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Inicio / Cuenteros Locales / montaner21 / Capitalismo Globalizado y \"emprendedor\", el ultimo suspiro

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La Globalización y el Capitalismo activo, gestados avasalladoramente a partir del Postmodernismo, son los principales bastiones de la perdida de valores, el individualismo social, el alejamiento nítido de las minorías activas, pero por sobre todo, es la causa medular de que en los últimos veinte años, existan más conflictos bélicos y crisis económicas continentales.

Para comenzar a desmenuzar estos sucesos, es necesario hacer una mirada retrospectiva a nuestra percepción del siglo XX, ya que a diferencia de otros siglos, éste fue testigo de una rápida sucesión de acontecimientos y de profundos cambios o quiebres que se verificaron. Dos hechos puntuales darían pauta de lo que habría de ser esta cadena incesante de transformaciones: La Primera Guerra Mundial y la Revolución Bolchevique, que trajeron como consecuencia, la desaparición de los últimos resabios monárquicos europeos y la real posibilidad de hacer realidad la utopía comunista, de hacer una sociedad sin clases (ideales Marxistas).

Esta nueva alternativa al sistema político liberal y capitalista, tuvo su primera prueba de fuego en octubre de 1929 (en la “Gran Depresión”), y pareció que mientras las economías occidentales tambaleaban y replanteaban el defendido laissez faire, a través de una mayor intervención estatal en las economías, la entonces URSS, parecía inmune a esta debacle, a través de sus planes quinquenales”. Luego, “La Guerra Fría” se encargaría de enterrar el ideal comunista a través de los años, y se vendría un orden unilateral.

Simbólicamente, la eclosión de esta nueva actitud de la sociedad contemporánea estuvo marcada por la caída del Muro de Berlín el año 1989, y la desintegración de la Unión Soviética el año 1991; sin embargo, dichos acontecimientos constituían la culminación de procesos de cambios a partir de la década de los años sesenta, cuando la base socio-tecnológica centrada en el petróleo y sus derivados, fue reemplazada por un nuevo racimo tecnológico cuyo tronco central estaba proporcionado por la información y la microelectrónica aplicada a múltiples procesos, cuya emergencia, precisamente, hizo posible las profundas transformaciones que experimentarían las sociedades y las economías del mundo entero, donde lo esencial ha sido y es la mutación de percepciones, valores, actitudes y comportamientos de la comunidad de los individuos, frente al mundo y a las cosas.1

A esta nueva etapa del desarrollo del histórico se la ha dado a llamar Post- Modernidad o, más comúnmente, Globalización. Sus características básicas dicen relación con el desarrollo del capitalismo internacional y del sistema interestatal y con la existencia de un proceso en que las redes de comunicación y los sistemas de producción entrelazan los niveles locales y globales, lo que supone la modificación de las formas de producción y distribución de bienes y servicios, afectando a los movimientos del capital y de la fuerza del trabajo.2

El apogeo paulatino de esta apertura denominada globalización posee su propia antitesis en su estructura interna: Que no es global. La asimetría de las relaciones se profundiza en la medida en que los países más avanzados en materia del comercio internacional, que de

1. Ver Luciano Tomassini, “El proceso de la globalización y sus impactos socio- económicos”, Revista Estudios Internacionales. Universidad de Chile. (pág 324).

2. Ver Carlos Mateo Balmelli, “Los procesos internos y la globalización”. Revista Estudios Internacionales. Universidad de Chile. (págs 444-445).


por si, poseen mayor capacidad para invadir los mercados regionales, y las transnacionales se concentran en el mundo industrial y en algunos enclaves dispersos del mundo subdesarrollado. No solo eso conlleva este proceso, sino que además, están alterando el carácter de las naciones de manera radical.

En ese aspecto entonces, cabe señalar que es precisamente en el periodo de estas dos últimas décadas, que esta expansión encadenadora continua se ha ido plasmando cada vez más en los lugares más recónditos del planeta, haciendo en un principio sujetarse a nuevas aperturas, mayores beneficios sociales y políticos, sin dejar de lado claro esta, los augurios de un inapelable mejoramiento económico del denominado “Bloque Sur”, a costa por supuesto del auge macro de la producción y nuevos avances tecnológicos de un sistema unilateral, que se imponía en el orbe, luego de la caída de la ex- Unión Soviética y el modelo comunista.

Y se pensó que la historia había culminado, con un vencedor claro como Estados Unidos, que comenzaba a intentar de la mano de su capacidad de flujos multi-económicos -a través del capital financiero por sobre del capital industrial-, y sus políticas de orden en el continente y el mundo, encaradas en las democracias. Fue entonces cuando vino un pronunciamiento bélico y nos dimos cuenta que la historia no había concluido con el estancamiento del régimen comunista, sino que se trasladaba a un enemigo quizás tan fuerte como las republicas soviéticas: Un Medio Oriente, que golpeó fuerte la mesa, que hoy nos da a conocer que están en pie de guerra, y que Francis Fukuyama, estaba equivocado.

El rol Capitalista en las sociedades actuales
La sociedad actual, se ha incorporado de manera consciente o inconsciente a este proceso globalizador, lo que no necesariamente ha redundado en un mejoramiento en la calidad de vida, al grado en que la mayor corriente de libertad y capacidad que gozan los individuos en la toma de decisiones se ve contrarrestada por imperativos lisa y llanamente económicos que se les pone como límites. Como clave de esto, queda evidenciado que el desarrollo técnico industrial, reemplazó la vivencia del hombre con la naturaleza, por lo que hoy se evidencia como la sincrónica alianza tiempo-dinero.

Actualmente, vivimos en una época de aceleramiento económico, en donde el dinero al que nos gusta acoplar nuestras determinaciones y decisiones más estrictas, no conoce un suficiente o una piedra tope, en la medida en que surgen o nos crean nuevas necesidades. En eso tiene mucho que ver el rol que viene a protagonizar, la flexibilidad de las condiciones laborales y de vida, que si bien han favorecido la orientación temporal personal, trae como consecuencia un estrés colectivo, y las implicancias anteriormente expuestas.

Y es que pareciese ser un verdadero cataclismo, que hoy por hoy, nuestras sociedades exigen más rapidez, mayor velocidad, y mayor ahorro de tiempo, en todos los ámbitos. Esta presión constante a la que nos vemos ya sometidos implican renovados, y constantes esfuerzos por ganar tiempo, lo cual hace necesario establecer límites. Sin embargo, por el momento todo parece ser una quimera de grandes y alusivos ideales, o una buena manera de confinar una utopía, claro esta, mientras no se tenga el monto monetario “suficiente”.

Varios hechos cambiaron sustancialmente la imagen industrial de la acumulación en que ésta se asociaba a procesos constantes y continuos de inversión productiva. Uno es el auge del capital financiero y su primacía sobre el capital productivo, sobre todo desde el boom de los petrodólares en los 70. Otro es el papel vertiginoso, comparativo e hipercompetitivo que las grandes empresas le han asignado a las innovaciones tecnológicas para asegurarse la supervivencia y expansión. Otro es la subordinación de la racionalidad del desarrollo endógeno a la “racionalidad de la inserción”, en un mundo regulado por las ventajas comparativas dinámicas en un orden mercantil globalizado y con altos niveles de incertidumbre. 3

El proceso capital que hoy regulan transnacionales y conglomerados financieros, se establecen en países medianamente desarrollados, en vías de desarrollo y en los mas sub-desarrollados, y exigen de un mayor dinamismo y calidad en su evolución productiva y tecnológica, lo que terminó por liquidar rápidamente a las masas industriales competir capacitándose e instruyéndose para no quedar a la deriva de una cuerda floja mortal, o tal vez simplemente ver como se acrecienta el valor tecnológico, por el capital humano, así como también, aumentan las tasas de desempleo, particularmente, en continentes como América Latina.

3. Ver Martín Hopenhayn. “Ni Apocalípticos ni Integrados”, Aventuras de la modernidad en América Latina. Fondo de Cultura Económica. (pág 62).

Además, a este sistema económico predominante, que conlleva simultáneamente al proceso globalizador, y viceversa, se le agregan los enormes aliados, como los medios de comunicación de masas (principalmente la televisión) y multimediales, como la red Internet, que hoy se presentan en lugares que van desde una aldea de la sierra boliviana hasta el resorte más lujoso de Los Ángeles, desde un pueblo pequeño del sur de Chile, hasta los apartamentos más cotizados de Milán; De Rumania a Sierra Leona, desde Londres a Arequipa.

Esta internalización de las grandes transnacionales, y de las redes comunicacionales, hacen que veamos los mismos programas, películas, y seriales de registros norteamericanos, en Caracas y en Rótterdam. La red de Internet nos hace interactuar y comunicarnos con personas que están a cientos de kilómetros, en otros continentes, y sacar información de millones de páginas Web, por lo que hoy, mas que nunca, se hace imprescindible poseer un PC, y mucho o tanto más, estar en conexión a este servicio.

Augurios poco alentadores (conclusión)
A la globalización, no le interesan las culturas, etnias, ni nacionalismos, ya que en sí no posee identidad, solo busca encasillar y agrupar más y más gente del orbe: Otorga beneficios, pero si no eres parte de ella, el aislamiento puede llegar a niveles significativos. La crisis socio-cultural, también será victimada a través de la pérdida de identidad, que posee la globalización en su expansión, al alejar inconscientemente, a las minorías activas, que no buscan el cambio, ni las modas de paso.

No estamos solo frente a un periodo de crisis económica y política, sino que ahora además pertenecemos a una Aldea Global, en donde el individualismo y la indiferencia hacen bitácora, incluyendo la exclusión, el consumismo, la falta de identidad cultural, y el arribismo. La globalización se encargó de encaramarnos en estos últimos veinte años, de manejarnos en los diversos frentes. En definitiva, el futuro no se ve muy auspicioso.

Texto agregado el 21-05-2003, y leído por 265 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
16-10-2003 Hay que reconocer que existe una ONU, la UNICEF, Greenpace, tu y yo, preocupdos de la no atomización de la humanidad. BlancaPola
16-10-2003 El hombre está experimentando junto a la globalización, el proceso de la Modernización Excluyente, la que no es más que una segunda secularizaxción en la vida del hombre, en donde este último vuelve su mirada a sí mismo, a la añoramsa por un mejor ser y no su actual mejor "estar". La humanidad de complejidad dinámica, está adquiriendo conciencia de sus valores inexistentes y con pequeños esfuerzos aislados pretende recuperarse nuevamente. El Capitalismo no será un mal, mientras la acu,ulación de riquezas sea proporcional al desarrollo humano, a la sustentabilidad ambiental y a la igualdad mundial y nacional. Comparto tu reflexión. BlancaPola
 
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