Pienso y me pregunto ¿Qué hiciste para que me gustes tanto? Pienso que yo nunca busqué esto… Jamás nunca pensé que iba a tener la oportunidad de conocerte tan a fondo. Eras tan callada, misteriosa, que me daba miedo poder hablarte. Creo que el destino nos juntó, creí que te conocía tanto, pero me di cuenta que fallé… tu realidad formativa tan sencilla, pero tan distinta a la mía pusieron barreras que lentamente fuimos derrocando, hasta que me di cuenta que las estabas levantando.
No sé qué hice, no sé qué dije que te lo tomaste mal, no sé nada… sólo sé, que me provocas sentimientos encontrados. Odio que me gustes, odio pensarte, odio ver tu whatsapp con tu puto estado en línea constantemente. Odio todo esto, pero ¿Qué más puedo hacer? Sólo fumar… Fumo porque sé que el humo de cigarrillo te molesta, como a mí me molesta que me busques sólo para tu beneficio personal. No puedo dar mi brazo a torcer, tengo mi orgullo, pero no puedo permitirme a que me hables de cosas banales de los estudios, siendo que detesto eso. Lo único que quiero es volver a hablar como antes, días enteros de conversaciones traducidas a nada. Te odio, me gustas… lo único que me queda es encender mi cigarrillo, tragar el humo de la pena y exhalar ese humo digerido con pena y rabia.
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