El que nos inventó la lluvia
Fue Juan Baigorri Velar en 1926 con su insólito “pluviógeno”. Un ingeniero y doctorado en Geofísica en Milán, que inicialmente recorrió los Estados Unidos, Europa, Asia y África contratado por distintas petroleras explorando sus suelos.
Entonces, , un tecnificado rabdomante que solía descubrir agua subterránea, minerales, petróleo y hasta ubicar un meteorito caído 200 años atrás en un monte impenetrable.
Este argentino asombraba con sus aparatos de detección, y el de hacer llover lo ideó a partir de algo fortuito.
Manipulando uno en busca de minerales notó una cosa curiosa; durante su funcionamiento se producían ligeras lluvias sobre él que le dificultaba ese trabajo.
Dedujo que esa máquina producía una congestión electromagnética en la atmósfera, y según sus propias palabras supo potenciarla combinando metales radioactivos con distintas sustancias químicas hasta lograr ese efecto fenomenal que fue producir una verdadera lluvia artificial.
Para seguir perfeccionado este artilugio (Lo visible; una caja de madera no más grande que un televisor, conectada a una batería, y con dos antenas apuntando al cielo) se mudó al barrio más alto de la ciudad a los efectos de que la humedad ambiental no lo dañara, y desde el altillo de esa casa; según sus vecinos, con sus experiencias de fin de semana les “aguaba” los domingos futboleros y de carreras de caballos… .
Después de varias demostraciones convincentes, donde hizo precipitar abundantemente en provincias que sufrían largas sequías, fue recibido en Buenos aires por una muchedumbre enfervorizada como un héroe nacional.
Su fama fue nacional y también internacional, ese día, el The Times de Londres lo entrevistó telefónicamente, y un ingeniero norteamericano quiso comprarle los planos del invento...
Toda esta conmoción provocó, menos la complacencia del Servicio Nacional de Meteorología que se le puso en contra. Obviamente, molestos por un descrédito en puerta, refutaban cada evento suyo. Y cuando aducían que todos ya habían sido anunciados por ellos con cierta anterioridad, Baigorri les respondía mostrándoles el periódico donde claramente se leía que en aquellos lugares haría buen tiempo…
Entonces alguien urdió un desafío por alimentar esa polémica: El propio Director del Diario “Critica” le propuso a Baigorri que demostrara su infalible capacidad haciendo llover el 2 de enero próximo, ese pronóstico aparecería debidamente publicado…
Baigorri aceptó redoblando la apuesta; le envió al acallado Director del Servicio Meteorológico” un paraguas con una tarjeta que decía; “para que lo use el 2 de enero”…
La gente esperó preocupada ese día, si al “Mago de la lluvia” le fallaba algo podía arruinarles los festejos de Año Nuevo. Falso temor, llovió el día dos y el tres también…
Sus “proezas” siguieron movilizando el inconsciente colectivo. Donde gente de fácil credulidad fueron sus adeptos, como también estudiosos del tema y hasta gobernadores provinciales que se hicieron cómplices solicitando sus servicios con urgencia
A pesar de todo una buena parte de la opinión pública desconfiaba del método. La iglesia dijo” Estas son cosas del diablo”.
En una ocasión fue interpelado por el Sub- Director de Asuntos Técnicos exigiéndole que develara el secreto de dicho aparato presentando sus planos y que además lo patentara.
Baigorri se negó rotundamente. Solo él entendía y usaría esa máquina en beneficio de su país…
Pasaron los años y sus intervenciones se fueron espaciando, era menos requerido y él también se había cansado de tantas controversias. “Su” última gran lluvia fue en 1970 en Uruguay, cuando una prolongada sequía ponía en riesgo el funcionamiento de una central hidroeléctrica… .
Finalmente se recluyó en su casa guardándose para siempre su secreto. De vez en cuando se regocijaba escuchando a los chicos cantar en la calle”¡Qué llueva, que llueva, Gorriti está en la cueva, enchufa el aparato y llueve a cada rato…!”
Ya anciano, viudo y solo, vendió la casa y se fue vivir en una habitación de un departamento prestado por un amigo francés. Murió casi olvidado en una pobreza absoluta a los 81 años, un 24 de marzo de 1972. La fecha anterior fue el Día Mundial de la Meteorología y durante su entierro llovió copiosamente…
Lo escrito sobre su existencia (con foto incluída ) se encuentra más nutrido de hechos relevantes y de intrigas seudopolíticas que de simples anécdotas como las que he contado...
En este 2015 terminaron por demoler su vivienda y no se encontró ningún aparato. Se supone que en algún momento salió de ahí como chatarra común, o bien pudo dejárselo a un desconocido sucesor antes de morir. Este misterio también continúa cuando nuestro Juan Baigorri Velar está más cercano a una leyenda urbana que a lo que pudo ser...
Entonces cabría cuestionarnos:¿Fue un osado embaucador sin más ambición que un reconocimiento oficial? ¿Sus aciertos fueron obras de la casualidad y no de la causalidad?.
Lamentablemente no puedo emitir la opinión veraz de un testigo presencial sobre aquella actuación suya, como tampoco saber qué están experimentando ahora mismo las grandes potencias con esa idea de provocar cambios atmosféricos como novedosa arma de destrucción masiva… .
Yo creo que pudo haber sido un científico adelantado a su tiempo. Hoy la ciencia nos enseña que nada es imposible de lograr con esta incontrolable revolución tecnológica.
Simplemente por eso no podría terminar este relato sin reflexionar y hacerme esta pregunta: ¿En Argentina llueve cuando y donde al cielo se le antoja?