EL HOMBRE DEL PARAGUAS

Es un día en que el sol brilla como nunca.
Dos hombres están recostados descuidadamente contra una pared mirando pasar a la gente.
Cada vez que alguien pasa hacen algún comentario en voz baja, para no ser oídos.

Pasa un hombre con un paraguas debajo del brazo. Está pulcramente vestido, pese al calor, y con la otra mano sujeta un pesado maletín.

-¿Para qué querrá el paraguas? ¡Con semejante sol! –comenta el que parece mayor de los dos.
-Ni idea… -el más joven pone cara de intrigado- Pensará que el tiempo puede desmejorar…
-Se nota que está bastante perdidito… -se burla el otro- ¿Te imaginás qué llevará en ese maletín?
-No sé… Quizá sus documentos…
-¡Tonto! Nadie lleva sólo documentos en semejante maletín. Seguro que lleva plata… ¡Mucha plata! Parece un hombre de negocios.
-Puede ser… ¡Feliz de él! –contesta el chico mientras se encoge de hombros.
-¡Sería muy fácil sacárselo! ¿Vos no te animás?
El mayor ahora lo empuja un poco hacia donde se dirije el hombre del paraguas.
-¿Yo? No necesito un maletín. Guardo todo en mi mochila….
-Vos cada vez más caído del catre… ¿Cuándo aprenderás? ¡En fin! ¡Dejáme a mí y tomá nota!

El hombre del paraguas está caminando frente a una vidriera y, reflejado en el vidrio, ve al sujeto corriendo hacia él a toda velocidad. Tiene poco tiempo para tratar de zafar.

De inmediato se da vuelta y apunta con la parte superior del paraguas, que casualmente es muy afilada, al individuo que se abalanza sobre él. Alcanza a ver al otro sujeto que huye precipitadamente en dirección contraria.

Hecho esto el hombre recupera su paraguas, lo limpia pulcramente y continúa su camino.