Joaquín Ruiz, gerente de una mediana empresa de servicios. A las 08:30 a.m., fue llamado a dirección, nada extraño , algo cotidiano desde que la empresa había sido absorbida por una multinacional. Recibiría instrucciones y directrices por otro lado pura rutina.
Da usted su permiso, pase Ruiz, por favor tome asiento. El nuevo director hombre formado de poco más de treinta años, traje de Armani, corbata de seda, la amabilidad con los empleados no era su fuerte, Joaquín persona curtida y con una dilatada experiencia, notó un tono cordial pero forzado , eso le desmarcó un tanto.
Ruiz es usted una persona muy competente, cumplidora, responsable y fiel. Gracias señor contestó Joaquín. El director con cierta dificultad prosiguió con su discurso. Pero lo que voy a decirle no es fácil. No es nada personal, pero debe entender que los nuevos tiempos necesitan de personas jóvenes, ambiciosas, dinámicas con un concepto moderno del negocio
Joaquín le interrumpió por favor no siga, estoy despedido, no de más vueltas ahorre circunloquios innecesarios. Le repito no es nada personal, pero desde la Central han apostado por nuevos métodos de negocios, por nuevas caras y usted no da el perfil. Será indemnizando conforme a la ley y por supuesto le estaremos eternamente agradecidos.
Son muy amables replicó con sarcasmo, pero por favor escuche lo que tengo que decirle y de paso transmítaselo a la Central. Entré a formar parte de esta empresa con catorce años, cuando era un negocio familiar , llevo cuarenta y seis al servicio de ella, afortunadamente jamás cause baja laboral. Tuve horario de entrada pero no de salida, fui escalando puesto a puesto ganándolos a pulso, aprendiendo con muchos sacrificios. Para mí la sociedad fue mucho más que mí puesto de trabajo, la sentí como propia, luche por sus intereses como si me fuera la vida en ello.
Mi experiencia, mis servicios, desvelos, el tiempo restado a mi familia, la fidelidad, no sirven para nada, mi único pecado es haber cumplido sesenta años.
Si lo desea le facilitaremos una carta de recomendación donde quede reseñada todos sus méritos, seguro que conseguirá otro empleo. No diga sandeces refutó con rabia, usted sabe de sobras que con mi edad no me quieren en parte alguna. Permítame decirle solo una cosa, tome note de esta situación y vaya aplicándose el cuento. A todo cerdo le llega su sanmartín.
A su familia, amigos, allegados no se cansa de repetir, me siento como un pañuelo de papel, que una vez usado se tira a la papelera.
Va para seis meses que recibe tratamiento psiquiátrico
|