Acostado en mi cama, viendo la luz que se desprende del poste de luz ubicado en la calle, cerca de mi ventana. No puedo dormir, me entretengo observando las imágenes que crean las sombras en el techo de la habitación.
Exploro los rincones de mi imaginación, tropezando con hermosas acuarelas. ¡Dios me encantaría tener un lápiz en este momento! Trato de que ellos no se desvanezcan, y permanezcan frescos en mi memoria el día de mañana.
Pienso en ti, en las grietas de tristeza que recorren tu rostro, originadas por las consecuencias de esas naturalezas que brotan del don que se me legó. No puedes creer que ellos sean parte de mi espíritu, imaginarios fragmentos, de lo que significa la vida depositada en mis manos. Pienso en tu egoísmo, individualismo que antepones al desglose de mis pasiones. Veo tu persona enceguecida, pretendiendo ver sólo tu presencia en dónde debe haber complicidad y entendimiento de dos voluntades.
¿Será este daño, símbolo de que esto tiene un final que es irremediable? Estoy sediento de una comprensión que tu nunca me darás, espíritu deshecho de definiciones que opacan el constante deterioro de ti. Firmamentos inapropiados de tus vanas creencias; me presionas; ataduras cierran mis fantasías. ¿Serás feliz al saber que todo lo que soy se desvanece? Meces los hilos de mi destino, sólo una marioneta sin alma, en eso me he transformado.
¿Podré dejar de escribir? ¿La dicha interna que tanto he buscado, radica en deshacer lo que soy? ¿Debo dejar de la lado los colores de mis sueños? ¿Negar lo que amo, tratando de inhibir lo que me da vida? ¿Transformándome en una sombra sin vida?
Me haces llorar de rabia e impotencia, desmoronando la honestidad que trasluzco no para ti, sino por ti.
No, no entiendes y nunca lo harás. Escaseas en no encontrar la verdad que te muestro en mis manos abiertas.
Me ves bogar en mares de placeres que emanan de tus ideas, pragmáticas orgías acompañan las olas que oscilan el mundo dónde has decidido mandarme. Planetas de deleites, dónde mueves las continuidades de mi irreal destino, más buscas recompensas en los fingidos pantanos de mis caídas.
La felicidad a tu lado se ha ido transformando en una quimera, las brisas que se dividen calcinan mi viaje (tal vez siempre fue así), y las travesías de mi destino jamás han cruzado tu camino.

¿Siempre veras lo que deseas ver?

Cierro los ojos aprovechando la oscuridad que me regala el apagón de luz del poste de luz ubicado en la calle. El aire que entra por la ventana es frío, arropándome me dispongo a dormir.