Abro los ojos mirando la porosa techumbre, ases de luz provenientes de la calle ingresan por un recodo de la ventana, bañando con largos dedos luminosos las tinieblas de la habitación.
Te descubro despierta a mi lado observándome delicadamente, al verme regresar de un mundo de pesadillas me regalas una sonrisa llena de ternura.
Secas mi frente, cuello, y pecho con una toalla de mano; facilitándote la tarea dócilmente muevo mis afiebradas extremidades al ritmo de tus dulces caricias.
Trato de sonreír, devolverte algo de alegría. Quitar de tus ojos esa tristeza y preocupación que sin desearlo te entrego, mostrar la manera de hacerte sentir que vives en mí.
_¿Sabes?, nunca nadie me había cuidado, al menos nadie que no perteneciera a mi familia_ Digo sin dejar de mirar el techo de la habitación, buscando siluetas formadas por las pinceladas luminosas que por algunos segundos se filtran por el pequeño ventanal; pintando en blanco y negro los muros del cuarto.
Me sacas la polera que uso para dormir, esta empapada de frío sudor, Afortunadamente la fiebre lentamente comienzan su retirada al unísono con las primeras horas de la larga noche.
_Te amo mucho Jorge_ Dulces sílabas se asientan en mi espíritu, ellas provienen del obsequio que me entregas, sitiado en los colores del océano de tu mirada.
Vuelves a abrigarme con una seca frazada, acostándote a mi lado besas mi rostro. Con caricias envuelves mi cuerpo y alma, susurrando palabras de amor que reposan muy dentro de mí.
Te veo cerrar los ojos alejándote de esta madrugada, en el lento bogar de un hermoso sueño. Acariciando tus cabellos te dedico poesías de retribución por retornar después de un tiempo eterno a los senderos de mi vida.