En el libro de la vida escribiré tu nombre.
Esa es la promesa si eres cristiano, si eres budista reencarnarás por muchas vidas hasta que ¿De tanto matarte ya no mueras? Pero, si eres musulmán tienes una ventaja, te puedes escapar, o al menos... Así dicen.
Si esto es el infierno y hay un dios anotando nombres en alguna parte, pregunto cual de todos pudiera quedar en blanco, cortar por lo sano y no volver.
¿En verdad alguno de ustedes desea volver?
El hacedor de estas cosas, nos pide escudriñar y hasta eso es difícil, porque no hay muchas opciones donde salgas bien librado. Sabemos que la historia la escribe quien la cuenta y no necesariamente tiene que ser verdad. La biblia, uno de tantos libros sagrados, parece apuntar contra ti con más de dos tres filos, porque a donde quiera que llegas corta y te vives desangrado. Pero... ¿Quién lo escribió? No me refiero al que tienes en las manos, sino a los papiros y códices de los cuales se sabe no fue dios ni apóstol trasnochado de esa época.
Últimamente aparecen apócrifos, Judas sacrificados y Bernabés incómodos y esto no los hace diferentes a los otros porque en realidad ningún códice data del primer siglo.
Tres veces solamente aparece en la Biblia la palabra verdad, y estas tres veces se refiere al mismo dios, esto me dice que lo que escribo, que todo lo que hay en mi cabeza es mentira ''porque el corazón es engañoso'', que no debo creer en hombre o mujer, en una palabra, no debo creer en nadie, pero... creer en esta palabra que unos la entienden de un modo y otros diez mil veces distinto. Esta palabra de donde surgen miles de religiones y religiosos cada vez más extravagantes. Tres veces verdad y todo lo demás somos mentira.
Escudriño y cuestiono, le pido me explique como es eso de una historia tan sádica, tan parecida al sueño apocalíptico de Juan. Un libro de vidas pasadas y actuales donde sí, están escritos muchos nombres, pero ninguno sabe como jodidos borrarse, borrar el pasado, borrar la historia que nos habla del racismo que sufrieron personas de color y un sin fin de injusticias de las que fueron objeto a través de su lucha por la igualdad. Nos lleva al norte de América, donde según datos, desde 1877 a 1950 se lincharon 4.000 negros porque sí, por oscuros dicen. Que porque estaban feos y de seguro a esos no los hizo dios.
Nos transporta a la Alemania nazi donde los hijos de dios fueron perseguidos y llevados a centros de concentración donde según datos de Cruz Roja murieron cerca de mil quinientas personas en trabajos forzados mientras se asesinaba sesenta millones de personas en el mundo, para que unos cuantos que no se ensuciaron ni las manos, pudiesen llenarse de poder y de más está decir impartir ''justicia''.
En tiempos de la inquisición se nos fueron 341, 021 personas a manos de doctrinas criminales que atentaron contra la libertad y el derecho. Porque se imponía creer en lo increíble, o por increíble quizás no cuestionarlo.
En tiempos de Lenin hubo millones de muertes en pobreza extrema en un régimen político que prometía equidad. Un dios comunista que tampoco se acercó a la casa gobernada por la mano de sus hijos.
En África mutilan todavía los genitales a niñas siguiendo una tradición incomprensible.
En India hay un incremento en la trata de personas por pobreza en las zonas rurales en arraigada mentalidad machista y sexista.
China tiene un alto índice de niñas arrojadas a canales, inodoros, ríos o la vil banqueta como consecuencia del control de natalidad, así como el crimen indiscriminado de todo tipo de bestias, que si supiésemos sacar cuentas, de seguro el balance de vida nos aventaría todo el rojo de su sangre.
En las comunidades indígenas en México, aún existe el matrimonio de niñas de once o doce años con hombres de cualquier edad que puedan aportar dos puercos o cabras a los padres de las chiquillas, mismas que son llevadas como sirvientas a las casas de la parentela del cónyuge, quien se da el lujo de tener las que pueda pagar. Muchas de ellas son prostituidas.
En Indonesia más de cien mil niños ejercen la prostitución y la lucha por un mundo mejor continua entre tráfico de órganos, secuestro, violencia y crimen.
Y así... por donde busco encuentro y quisiera no encontrarme, pero estoy incluida en este libro, donde por más que trato de escaparme no se puede.
La historia nos delata como una especie sanguinaria e insensible. Nos habla de los césares y describe como animales pensantes que abusan de la fuerza física, económica y armamentista para explotar y destruir lo que dominan. Nos describe cobardes abusadores de razas marginadas por nuestra abundancia de codicia. Ni se diga de divertirse con criaturas que no cumplen ni los tres años de edad y son usadas como objetos sexuales y de tortura. Es cuando de manera regresiva recuerdo algunos episodios de la vida de Nerón, ese emperador que de chiquilla me asustaba al descubrirlo devorando fetos sobre un mesón en palacio. al internarme en el libro de génesis, busco en la palabra de Jehová ¿Fuimos hechos a tu semejanza? ¿Pues qué dios del carajo es que tú eres? Y no me contesta no, me pide que tenga fe, pero es casi inevitable volverse loco con la culpa.
La Biblia nos habla de un Dios machista, de profetas y reyes bígamos que dan a la mujer un papel de costilla y ésta pierde al hijo de dios por dieciocho años como si fuera liebre que de un salto regresará a la vida. Nos narra sacrificios, guerras y ciudades completas convertidas en sal. Extermina en diluvio. Dice que a la mujer vale por una piedra y al puerco hay que aventarlo al precipicio con todo y sus demonios. Nuestros demonios. Todo esto... mientras señalamos al hombre con un dedo para que nunca olvide que sin dios no vale nada.
Este libro está lleno de atropellos, ensalsa la humildad y aplasta inmisericorde a un tal Job, quien para gozar nuevamente de favores tendrá que mostrarse agradecido de la muerte de toda su parentela. Ese pobre que en su desesperación cuestiona por su ganado, por toda su riqueza y casi muerto de hambre suplica por piedad. Y es que así es como los prefiere Jehová, honestos, rebeldes, le gusta que le miren a los ojos y de frente le pierdan todo el respeto. Pongámonos en su lugar ¿Quién querría un hijo hipócrita? Surge el quebranto, además ya pordiosero y con lepra, cualquier perro que te lama pudiera ser bondad.
Demos por sentado que el templo donde dos querubines resguardaban el arca de Jehová, se construirá sobre más de dos mil muertos y esto, señores míos... Esto es amor. Ríos de sangre como cimiente del altar santísimo.
Encuentro mujeres con los pechos al aire, esos pechos que amamantarán niños o quien sabe... Quizás los niños ya no se incluyen en el algoritmo de las máquinas, en los GPS, en el control de población donde somos demasiados y se pone en peligro la sobrevivencia de los elegidos, los que tienen cuenta bancaria, que cargarán un chip para manejarse con dinero mientras millones mueren de hambre.
No señor... Nosotros no vamos a ningún cielo. Somos negros, indios, palestinos o niño mutilado en continente salvaje. Como puta de cabina a cuarto de dólar en Tijuana o colección de corazones para Rockefeller. Eso vale un cristiano, musulmán, charlatán o mujer de piernas suelta declarada liberal por revolcarse con todos. Libres sí, porque te vomitaron vivo o muerto en un mundo donde ya no cabes y te integran a su manufactura en algún tipo de plástico con procesador que recibe dosis diaria de saliva, manos, dedos, pies... cuarenta y tres ayotzinapos secuestrados y la promesa eterna de encontrarte, en otro mundo mejor.
|