El paso del tiempo parece ser inclemente para algunos, sobre todo para los amores del pasado. Si echamos una mirada hacia atrás, podemos ver aquellos antiguos amores, que se quedaron en el tiempo, abandonados por la inmadurez de la juventud, o simplemente porque se terminaron cuando pasó el verano o la primavera y se quedaron a un costado del camino. Es simplemente despertarse una mañana y aquella persona especial se ha ido, la vida continua, sin que nada te lo recuerde, pero basta que una noche un sueño, un lugar, un nombre vuelva a tu memoria y el recuerdo se hace presente. Te preguntas, ¿qué será de tal?, si eres lo suficientemente valiente, intentarás ubicarlo, (resulta útil escribir el nombre en algún buscador, de seguro algo encontrarás en la web), sino, talvez sólo te conformes con recordalo, revivir cada momento e intentar mentalmente reescribir la historia, borrando aquello que supones los alejó. Lo más probable es que vuelvas a tu vida y todo eso quede allí. Si es que tienes la suerte de encontralo y citarte con él, “para charlar de los viejos tiempos”, el nerviosismo será casi insoportable. El tiempo aunque no quieras, no pasa en vano, y el peso de tanto carrete, tantos cigarrillos, tantas noches de pub, te pasan la cuenta: ya no eres la misma que conoció…Difícil recobrar la frescura perdida, ni el bisturí puede borrar el paso del tiempo sin dejar cicatrices. Bueno que más da…Ante todo, ese personaje fue tu amigo, tu pareja. Ese lapso de tiempo en que guardas la imagen de aquella persona del pasado, ese recuerdo de aguas quietas, ahora con una realidad distinta con el sólo propósito de retomar una amistad perdida…Después de tanta elucubración, de terno extra grande, aparece un calvito pequeño y regordete: si él, aquel chico de rizado cabello, de cuerpo atlético que te traía de rodillas… ¿qué daño te hizo el tiempo?… |