No están ustedes para saberlo ni yo para contarlo, pero estudio “comunicación”, pues deseo ser un periodista de prestigio.
En la escuela nos encargaron que realizáramos una entrevista, el tema era libre y los entrevistados cada quién escogería el más conveniente. Nos formaron en equipos de dos, a mí me tocó con Lupita, ¡Vaya cromo de mujer!, Pensé estar de suerte pero ¡Oh decepción! Ella se hizo acompañar de su novio, del equipo de lucha grecorromana de la universidad, un “pelao” de casi dos metros de estatura y cara de pocos amigos. Yo que soy prudente (además la valentía nunca ha sido mi fuerte), los traté con mucha deferencia.
Bueno, no se trata de contarles mis fallidos escarceos amorosos. La mayoría de mis compañeros escogieron para entrevistar a personajes de la política, de la cultura local, o lo más común a gente pobre para aderezarlo con una condena a la injusticia social. ¡Qué aburrimiento!
Me costó trabajo convencer a mi compañera, de que lo más conveniente era escoger a personas ricas, y escogimos a un médico de fama ya retirado y a su esposa, para tratar el problema de la jubilación. Yo me encargaría del facultativo, por cierto mi tío (con lo que aseguraba confianza y verosimilitud en sus respuestas), y Lupita, de su esposa, por eso de que entre mujeres hay más sensibilidad. Las preguntas serían las mismas para los dos. Eh aquí el resultado.
¿Qué le parece la jubilación?
Él: Un justo premio por mi trabajo productivo y bien hecho.
Ella: Yo no estoy jubilada, al contrario me aumentó la chamba.
¿Cómo son los días de la semana?
Seis sábados y un domingo.
Antes sólo tenía que aguantar al viejo los domingos, hoy todos los días son domingos.
¿Cuál es la hora de acostarse?
Tres horas después de haber dormido en el sofá.
Cuando al fin se duerme, antes de que yo pensara en un buen plan de asesinarlo, pero pronto se le va el sueño y se la pasa meando y chingue y chingue…
¿Cómo es estar todo el día en la casa?
Al fin descansé de los trajines del trabajo.
Tener a este cabrón todo el día es igual que si tuviera el refrigerador en la sala.
¿Cuántos jubilados son necesarios para cambiar una lámpara?
Sólo uno, pero lleva todo el día (y qué, y qué, y qué…)
Ninguno, hay que llamar al electricista, pues él repatea de pendejo.
¿Cuál es el mayor fastidio para los jubilados?
No hay tiempo suficiente para hacer cualquier cosa.
Ya le dije que yo no estoy jubilada y mi mayor fastidio es aguantar a este hijo de p…
¿Por qué no les importa que los llamen viejos?
Por los descuentos que nos dan y las filas sólo para nosotros.
Quién le dijo que me gusta que me llamen vieja, vieja su abuela.
Nos hemos fijados que al hacer las compras y pagar con un billete de alta denominación los jubilados son los únicos que con cuidado cuentan el cambio ¿Por qué?
Porque tenemos tiempo.
Mi marido cuenta los cambios porque con la edad se ha vuelto tacaño y sangrón.
¿A qué llaman los jubilados un largo almuerzo?
A todos.
Hay tres cosas que son largas, los almuerzos, la plática (siempre cuenta lo mismo) y estar fregando.
¿Cuál es la mejor definición para la jubilación?
Una eterna pausa para el café.
El infierno.
¿Qué hace durante la semana?
De lunes a viernes nada. Los sábados y domingo descanso.
Corajes.
¿Qué ropa es la que mas usa como jubilado?
El pijama.
El sacudidor y el delantal para andar limpiando lo que este cabrón ensucia.
¿Y lo qué más gasta?
El asiento del sofá.
Mi paciencia.
¿Dónde pasa la mayor parte del tiempo?
Frente a la Tele.
En la calle para no ver a este cabrón y pensar en el asesinato como una de las bellas artes.
¿Por qué le gusta su jubilación?
Porque al fin me ha hecho justicia la revolución.
Porque espero que pronto desaparezca de este mundo (con la alimentación que le doy llena de grasas y que siempre está de Güevón), y entonces sí, podré decir que estoy jubilada.
¡Nos reprobaron! ¿Sería por qué es hombre quién nos da la clase?
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