La luna reflejada en el mar muerto,
y yo, a orillas muerto de cansancio
cansado porque a vivir no he vuelto,
porque mi alegría se va despacio.
Una vida rutinaria sin algún fin,
rodeado de personas a las que amo,
personas que no les intereso al fin,
pues son como dulces con sabor amargo.
Aveces quisiera estar como el mar,
en silencio, y no saber ya nada más,
sin ilusiones, sin ponerse a soñar,
a él no lo desilusionan los demás.
A él no lo desilusiona la vida,
no se enferma, no siente ningún dolor,
sin forma de ocacionerle herida,
estar sereno como él mar es mejor.
Y camino hacia él para sentirlo,
dejaré de sentir la muerte esta vez,
que rasga mi corazón hasta abrirlo,
muerte que me mata una y otra vez.
Mi padre, mi madre, nadan con los peces,
descansan en la arena, en las nubes,
y voy sientiendo la marea con creces,
sube más, adoro cada vez que subes.
Mis pulmones ahora abarazan el mar,
ahora desesperación, pronto calma,
y pienso, jamás sabré como es amar,
me desvanesco, se eleva mi alma.
La luna reflejada en el mar muerto,
y yo a orillas, muerto de cansancio
de cansancio de la vida yazco muerto,
nadie me llora, ya soy un cuerpo rancio.
De pronto siento un golpe en el pecho,
y mis ojos ven a un hermoso ángel,
pero no estoy en el cielo de hecho,
de pronto, se para y se va el ángel.
He vuelto a la vida, pero no mi voz,
quiero gritarle, y saber quien me salvó,
en sólo un minuto, o talvez en dos,
caminando hacia la luna, se fugó.
Y de pronto, el mar vuelve a llamarme,
esas olas que quieren acariciarme,
pero ha dejado de interesarme,
ahora la luna tiende a jalarme.
3140 a.C. |