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No lo soporto, realmente no lo soporto, no me siento capaz de vivir por más tiempo, sé muy bien lo que él se atreve a hacer y hasta hace poco tenía la esperanza de que esto terminaría algún día, pero ahora lo sé, no hay una manera de que esto finalmente acabe.

Me palpé mis pechos y mi abdomen, el simple contacto me hacía estremecer de dolor físico y psíquico que me dejaron sus golpes. Mis genitales ardían ante el contacto de mi ropa interior y no había parado de sangrar en toda la noche. Las lágrimas invadieron mi rostro nuevamente, no sabía donde tenía tanta agua para poder volver a llorar.

Todavía no lo entiendo, ¿por qué le gusta agredirme?, Simplemente soy una niña de diez años, no comprendo que puede ver de atractivo en mí. Recordé la noche anterior, mi cuerpo tembló al recordar como "eso" entraba dentro de mí golpeando mi abdomen y desgarrando mi interior, cada embestida era un martirio de dolor, mientras lo hacía me llamaba puta o zorra lo que le provocaba un gran placer.

Realmente no lo entiendo, ¿por qué alguien tendría una hija solo para abusar de ella?, esta no era la primera vez que mi papá lo hacía, pero sin duda fue la más dolorosa sin incluir la primera.

Por un momento mi cerebro se desconecto, me sentí casi dormida, o más bien, como si viviera dentro de un sueño, mis ojos se desenfocaron hasta el punto en que no distinguía lo que había en frente mío, aunque sabía que seguía despierta. Este estado me tranquilizó, aunque fue cuestión de tiempo para volver a la realidad y darme cuenta que mi cerebro cambiaba por culpa del abuso. Un pensamiento extraño atravesó mi mente, tal vez si mi cerebro cambia por el abuso yo pueda terminar haciéndole daños a otras personas (como había visto que sucedía en televisión), eso quiere decir que mi padre tuvo que ser abusado por alguien para que ahora él lo haga conmigo. Y esto quiere decir que yo terminaré haciendo daño a otras personas por culpa de esto.

Recordé a mi abuelo (por parte de mi padre) y todas las historias que mi madre me había contado sobre su alcoholismo, al parecer podía tener razón sobre esta cadena interminable de abuso, que yo terminaré propagando una vez que crezca.

Otra idea recorrió mi mente, tal vez si haya una manera de asegurarme de que yo jamás le haga daño a nadie y no volver a caer presa del monstruo de mi padre.

Me dirigí al patio trasero de la casa, el cual estaba cerrado por una gran malla que lo volvía invisible a cualquier vecino o persona curiosa. Miré la soga que mi padre, estaba botada sobre un montón de herramientas desordenadas junto a un arbusto mal podado. Miré el árbol que se cernía sobre la casa, finalmente sabía como detener esta cadena de torturas, aunque la solución me provocaba escalofríos y un miedo increíble, aun así, ningún miedo se compara a el que ya he sentido antes.

Me subí sobre el árbol y amarré la cuerda a una rama mientras lloraba, la coloqué lentamente sobre mi cuello y miré hacia abajo con miedo. Otra idea repentina cruzó mi mente justo antes de decidirme a saltar. Si yo muero mi padre seguirá vivo, y el ciclo de violencia que tanto quiero terminar se seguirá propagando. Me bajé del árbol con una idea que me atraía aún más que terminar mi propia vida.

Me dirigí hacia la cocina y busqué el cuchillo más pequeño, me dispuse a hacerle filo la siguiente media hora. Busqué un papel y un lápiz y escribí con mi distinguida letra de niña "Te espero en mi cuarto, te ofrezco el paraizo para ti solo".

Tres horas después, un par de minutos luego de que su padre fuera visto entrando a la casa, un alarido de un hombre resonó por todo el pueblo acompañado por la risa de una niña.

Texto agregado el 28-09-2015, y leído por 157 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
29-09-2015 El dialogo interior no se corresponde al de una niña de 10 años; como tampoco es creible el supuesto desenlace: fuerza infantil contra fuerza adulta. ¿Cómo le hizo? Una sujerencia: piensa más la historia; es decir: rehaz una y otra y otra vez el texto. Descanza un tiempo, y nuevamente rehazlo, así, hasta que no sientas que el texto es tuyo. Te asombrará leerte. Pato-Guacalas
 
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