El cansancio agresivamente carcome cada una de las vértebras de mi columna, hambriento dolor degusta infinitamente la médula dorsal, royendo como un caníbal mi sistema nervioso.
Respiro sosegadamente el frío aire que despeja mi cabeza, adentrándome pacíficamente en las fauces de la noche.
Me despido con gozo del pequeño módulo donde trabajo, ha sido un día largo y extremadamente fatigoso, más hoy es día viernes; viernes de ron y play station; viernes de risas y embriaguez; viernes de sentarme frente al monitor de mi computador mientras veo a mi hermano luchando encarnizadamente con docenas de monstruos de los mas variados planetas, dimensiones y mutaciones. Su arma de exterminio es sólo un control con cinco botones que brota de la consola de los juegos de video, pareciera una extremidad más de su cuerpo. Es extraordinario el dominio que posee sobre ella.
A pesar de la hora no me es difícil encontrar medio de transporte para el ansiado retorno al hogar. Sentándome en la parte delantera del automóvil, busco acomodar lo mejor que puedo mi adolorida espalda en la gastada butaca.
Tras devorar los primeros metros busco en mi pequeño bolso el reproductor de música para hacer del viaje algo más agradable.
_ Mierda, batería baja_ Pienso casi en voz alta. Obligadamente tengo que ir escuchando las cumbias de burdel barato que emanan fuertemente de los parlantes ubicados en las puertas de acceso al vehiculo.
Nos desviamos holgadamente por el centro de la ciudad para ir a dejar a uno de los pasajeros prolongando el viaje mas de lo esperado; miro pesadamente el nocturno paisaje para apasiguar un poco el dolor de espalda y distraerme del extenso regreso.
_ ¡Que me gusta esa canción maestro!_ dice el chofer buscando conversación. Agudizo los oídos hasta encontrar en el aire un lamento gutural; canción al son de corcheas tropicales, poesía que trabajosamente rima entre lágrimas de un corazón destrozado por la pérdida de un amor.
_ No me gustan estas canciones, todas dicen lo mismo._ Le respondo en el tono mas cordial que pude encontrar.
_ ¡Ah, es que esta melodía me recuerda a mi último amor!_ Lo dice como preparándose para la inevitable narración de amores y desamores, él convertido en un caballero de brillante armadura en busca de su doncella. Finjo interés mientras se va desarrollando una increíble historia que pondría ser una amalgama entre los dramas pasionales de García Márquez y la más rosa de las novelas de Corín Tellado; algo dice y ríe de buena gana; sonrío también.
Lo imagino sentado en algún tugurio de mala muerte hurtándose sus tristezas con un vaso de vino tinto caliente. Enjuagando las heridas entre los rojos labios de la prostituta de turno. Poco a poco su historia se enreda entre los juegos de dos mujeres; ambas dispuestas a luchar de la forma más despiadada por retener su amor; exagera el tele novelesco relato de manera insoportablemente risible.
Nos acercamos al estadio de la ciudad, coliseo ubicado a sólo un par de cuadras de casa.
_ Menos mal que queda poco_ Pienso mientras veo las luces del recinto deportivo encendidas, e imagino a deportes Iquique aguantando otra despiadada goleada.
_Me dejas en la esquina por favor._ La historia queda a medio terminar cuando me bajo del colectivo. Le regalo una sonrisa al chofer y le digo que para la próxima vez que nos encontremos tal vez termine el relato; él sonríe amistosamente, y junto a su increíble cuento, se aleja para desaparecer en forma definitiva tras la interminable cadena de viviendas apostadas cerca de la costa.
Sacando las llaves de mi bolsillo ingreso al fin a mi hogar; veo a mi hermano llenando dos vasos con tres cubos de hielo. Me recibe con una sonrisa amable, parece que ya estuvo degustando el ron, encendiendo un cigarrillo; y con su mejor sonrisa me muestra un disco compacto.
_ Me compre Mario Bros_ Ambos reímos de buena gana.
Amo los días viernes; días de ron y play station, viernes de risa y embriaguez.
|