Al final del baile y al principio de todo / cuando ya no queda ni dignidad / ni nada de donde uno pueda agarrarse / entonces sólo queda mi voz / esta voz / la que ahora mismo se hace sentir en letras / la que suena gritona como un saxo soprano / y se ofusca dando piedrazos sobre portones cerrados con lata y fierro / haciendo retumbar los oídos / gatillando el ladrido enérgico de los perros / cadena y candado bien dispuestos / cuando la entrada me ha sido negada / o el acceso impedido / entonces corro herido / jadeante y medio muerto.

En el mar silente y en el espacio profundo; / orbitando los remansos / en el universo taciturno; / sobre el oleaje también navega mi voz / transmutada en vozarrón / o en leve suspiro / en el espasmo y el dolor / entre susurrros y gemidos.

Sin alma a veces la vi venir / subvertida casi todo el tiempo / desparramada sobre un papel / saliendo a chorros en cada momento. / Explosionada y en total abandono / sin imaginario se quedó / a sopetones siguió en aumento / cada vez que fue reprimida / le he encontrado la salida / un espacio para sus alas / y un lugar de redención.

Llevo una voz adentro / y una sola verdad ufana / le hago el quite a los tormentos / me tapo en el silencio / con apenas mis ganas. / Me cubro con el eco / (que a su vez) / suena a campanadas / que mi voz es risa y lamento / y la palabra la espada.