La Difunta Correa, cuyo nombre original era Deolinda Correa, es un personaje mítico de la República Argentina, que encierra una conmovedora historia de amor y fidelidad.
Luego de su muerte, se transformó en objeto de culto y devoción, y se le atribuyeron milagros.
Su santuario se encuentra en la localidad de Vallecito, provincia de San Juan, y allí es visitada cada año por miles de creyentes de todo el país y de países vecinos, que llegan para pedirle favores, cumplirle promesas o agradecerle por la ayuda o el milagro concedido.
La historia cuenta que, allá por los años 1840 a1850, mientras se vivían las lamentables luchas fraticídas entre unitarios y federales, la joven Deolinda Correa estaba casada con Baudilio Bustos, y acababan de tener a su primer hijo.
En estos tiempos de guerra y violencia, una tropa montonera pasó por San Juan para robar víveres y reclutar hombres a la fuerza. A pesar del intento de resistirse para no abandonar a su familia, Baudilio fue reclutado y Deolinda quedó desamparada. El Comisario del pueblo, quien deseaba a la hermosa Deolinda, aprovechó esta situación y comenzó a perseguir y acosar a la madre y esposa desprotegida.
Ella sabía que tarde o temprano sería obligada a complacer al Comisario, por lo que decidió escapar tras los pasos de su amado esposo, llevando a su hijo en brazos.
Prefirió huir por los cerros y valles desérticos, con la esperanza encontrarse algunos arrieros que la ayudaran a llegar a las bases montoneras en La Rioja, antes que convertirse en una amante infiel.
Según cuenta la tradición oral, Deolinda por alguna razón huyó de repente, sin provisiones suficientes y a pie. Intentó seguir el camino de la tropa, a la vez que se ocultaba de una posible persecusión, pero se perdió y deambuló por los cerros hasta llegar a Vallecito, exhausta y deshidratada. Ya sin esperanzas, se sentó e intentó amamantar a su hijo.
Mientras ella moría de sed iba alimentando a su niño, y así la encontraron los arrieros.
Su hijo seguía vivo alimentándose de sus pechos, desde los cuales aún fluía la leche. Este es el primer milagro que se le atribuye a la Difunta Correa.
Deolinda Correa murió por amor, por ser fiel a su esposo y por salvar la vida de su hijo.
Aunque no es reconocida por la Iglesia Católica, se convirtió en una santa popular, la fé en sus milagros alcanzó una inmensa magnitud y se construyeron pequeños santuarios por todo el país, donde los devotos le dejan botellas de agua como ofrenda. |