Otra historia de amor

Descubrió el amor a la madura edad de 756 años. Se conocieron en los festejos del cumpleaños 21 de Ioana. Bodgan venía de peregrinar entre las tinieblas libando los néctares de su eterna juventud.

Nada hacía suponer que en aquella noche conocería al amor de su vida.

Un vampiro destinado a vagar por las interminables noches de su Transilvania natal, ahora preso de un amor adolescente que le haría arder la sangre.

De un cruce de miradas furtivas a un encuentro infinito de pasión incontrolable.

Se besaron con la luna de cómplice una vez que huyeran por entre los borrosos invitados de sonrisas pintadas y pasiones dormidas.

El derroche de egoísmo de los amantes los condujo hacia un dulce solaz, sumidos por el descontrol de sus cuerpos entrelazados.

No era una noche cualquiera, era la última, cansado de perseguir utopías en un mundo sin tiempo, supo ver por primera vez en los ojos de su amada, el anhelado sentido de su existencia.

Recordó aquellos tiempos en que por amor apostó la vida en un pacto de sangre, cuando de los delicados labios de su prometida emergieran lujuriosos, unos colmillos deseosos de su cuello lascivo.

Murió una vez por amor, sublime ceguera que llena de codicia a los amantes y enturbia las emociones. Nunca podría matar por amor.

Quiso sentir por primera vez el despertar del día en los brazos de su amada, como lo había soñado, sobre la húmeda gramilla de la tibia primavera.

Se encendía la noche desde el horizonte enardecido, cuando las primeras luces en el firmamento anunciaban el nacimiento de un nuevo día.

Bodgan pudo advertir las terribles laceraciones que brotaban de su cuerpo. Casi exánime, toda su mendaz humanidad se convertía en polvo confundiéndose con el viento en una sutil caricia sobre el cuerpo de su amada.

OTREBLA