El viento perfora el espejo.

Y a pesar de las lluvias copiosas
el tiempo ni el jardín se olvida
que es primavera.

Te quise, no lo niego.
Te adoré más allá de la muerte
serena y cautiva.

Pero se produjo el milagro.

Desperté liviana, a sabiendas que te dejaba lejos.

No volvería a repetir tu nombre.

Se quedó en un otoño,
enmarañados de nostalgias con mezcla de alegría.

¡quédate tranquilo!
No volveré a molestarte en las mañanas,
Desapareceré de tu vida.

Y así como los rugidos del viento
superan otros sonidos
revisaré una a una las angustias y veré como pesan
y entonces una gran sonrisa.

translucirá el espejo
al verme libre de la armonía
de tu transnochada memoria