Zimbabwe Sur oeste de Africa.
Son los últimos árboles frutales que quedan, los disgustados elefantes se han organizado para defender su derecho sobre cada fruta que salga de ellos. Han cedido mucho territorio sin protestar, pero los niveles de los "sin vergüenza" ya ha tomado un mal rumbo.
Son cerca de dos docenas de animales formados militarmente en hileras de cinco, esperando pacientemente la embestida humana.
Mucho antes de que el hombre pisara el planeta, los paquidermos ya gobernaban las heladas estepas; su terreno de vida cruzaba toda Asía y Europa, llegando a ocupar en su totalidad el continente africano.
El arribo del ser humano significó el fin de su antecesor, el mamut. No tan sólo destruyeron toda una raza, sino que también dejaron el antes florido paisaje, convertido en un desierto inútil.
El tiempo de los cazadores furtivos se mantenía en vigencia, pero era una presencia sigilosa, de aquellas al margen de leyes que inútilmente creaban para impedir sus propios instintos animales.
Los habían perseguido, torturado y asesinado por el precio de sus marfiles, más los elefantes entendían muy bien lo que significaba nacer con trompa, cuatro patas y blancos colmillos saliendo de su boca. Nunca llegaron a comprenderlo, pero estaban resignados a aceptar el salvaje dominio del virus llamado “humanidad”.
Podían acatar la presencia de los hombres portadores de la muerte sin sentido, pero que ellos se inmiscuyeran con sus árboles frutales era otra historia.
Diminutos taparrabos cubren los desnutridos cuerpos de tres docenas de niños que mantienen ardientes antorchas en sus manos. Canastas tejidas con largas hojas color verde cuelgan en sus desnudas espaldas; unidas a sus entidades con firmes cuerdas de cuero.
Rubén salinas, enviado desde la fabrica matriz en el país de Chile monta un dócil corcel de color blanco. Está detrás de las huestes, mirando los elefantes que formados esperan la primera envestida.
_ ¡Preparados primer pelotón!_ Los gritos asusta de sobremanera, a los ya aterrados niños. No pueden flaquear, del resultado de la cruzada depende el alimento diario para sus familias. El precio de los frutos ha subido mucho, desde que estos se encuentran al borde de la extinción.
_ ¡Adelante malditos y asquerosos bastardos!_ La primera oleada se deja caer, los agudos alaridos de los infantes se pierde entre las pisadas y trompazos de los paquidermos que defienden la arboleda.
Los pequeños humanos usando las flamigeras antorchas espantan a las inmenzas bestias y rápidamente manteniendo el equilibrio tratan de llenar los canastos con las frutas que yacen en la base de los árboles. De la primera fase sólo regresan cinco pequeños, los demás no sobreviven a las pisoteadas de los animales.
_ ¡Segundo pelotón en posición!_ Sólo manda el enjambre a la lucha, no le importa si sobreviven o mueren en el intento, él no arriesgaría su vida. Las vistosas jinetas de mando le dan el don de ordenar la oleada. Sea cual sea su resultado a fin de mes canjeara su "jugoso" cheque.
_ ¡Adelante conchasumadres, denle con todo a esos elefantes de mierda!
Kunta no desea morir el día de hoy, sabe que es el mas veterano de los niños, a sobrevivido a tres excursiones y probablemente ésta sea una de las finales, por la escasez del fruto.
La última imagen que recuerda, son los afilados colmillos del poderoso paquidermo color pardo entrándole cerca de las costillas, sus gritos de dolor se confunden con los de los caídos y pisoteados de la segunda oleada.
Chile. Sur este de Latino america
_ ¿Has probado el licor llamado Amarula?
_ No, no lo he probado.
_ ¡Es afrodisíaco linda, no sabes la delicia que te has perdido!
_ ¿Qué es?
_ Es una exquisita crema a base de un fruto africano, al menos eso dice la caja.
_ Bueno, compremos uno para probarlo.
_ Está bien, pero tu pagas ahora, ultimamente a subido de precio.
_ Bien, no creo que sea demasiado costoso.
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