Desde la altura observo la larga escalera que une el bosque con la mole de concreto, alcanzo a contar trescientos escalones. Muy abajo, un camino de tierra se pierde entre los robustos troncos.
“No pasar” Dice un letrero con grandes letras color rojo. Se puede leer claramente desde cualquier posición en que uno se encuentre, cuelga junto a un candado que mantiene las puertas de acceso a la escala cerrado.
Suave brisa fresca baja de la cordillera; apoyando las manos en la baranda disfruto del dulce aire que llena mis pulmones. El día permanece nublado y la temperatura es agradable. Tranque Paloma es visitado por escasos turista aquella tarde, lo que me parece bien, pues desde hace mucho que evito las aglomeraciones.
_ ¿Qué miras? Me preguntas apoyándote en el barandal. Vistes zapatillas que hacen juego con un cómodo buzo que llevas puesto. El viento se divierte encantado entre los dorados rizos que desordenadamente caen hasta tus hombros. Me interrogas con la profundidad de tus ojos color verde. Te ves hermosa cuando me sonríes.
_ La escalinata; el bosque_Te respondo_ De hecho nunca había visto tantos árboles juntos._ Reímos.
_ ¿Quieres bajar por la escalera?
_ ¿En serio podemos?
_ Descendemos, y tras veinte minutos de caminata llegamos a casa, claro esta que el sendero pasa por medio del bosque.
_ ¿En serio podemos?_ Le repito nuevamente con una sonrisa.
_ Yo conozco el guardia que custodia este sitio, él es amigo de mi papá. No creo que tengamos problemas en ir por ese lado.
_ ¿En serio podemos? Volvimos a reír.
Como Roxana dijera, no hubo inconvenientes para que rodeáramos por uno de los costados la clausurada puerta. En un par de minutos devoramos los escalones y nos internamos en el boscoso verde.
El camino está compuesto por miles de hojas secas. Suave alfombra multicolor que se quebraja con cada uno de nuestros pasos. Sería agradable sacarme el calzado y caminar con los pies desnudos.
Mariposas de los mas variados colores planean por el balsámico aire que emana de la gran infinidad de árboles, que desordenadamente crecen en ambos costados de nuestra ruta.
Las hojas conservan el rocío que les fuera legado por la lluvia que cayera la noche anterior, y cantores pájaros hacen de los charcos que se han creado; refrescantes lugares para beber y bañarse.
Ya estamos en la mitad del recorrido, cada vez los macizos se apresan unos contra otros y el espectáculo es muy hermoso, mucho mas de lo que esperaba encontrar.
Me detengo frente a un tronco caído; nuevas ramas florecidas nacen del cuerpo inerte, poso mis manos sobre la corteza, a pesar de que la textura es nudosa y muy seca, es desmesuradamente suave al tacto.
Percibo vida desarrollándose en su interior, inclusive si cierro los ojos siento un delicado susurro; que parecieran los latidos de su corazón. Me emociono al estar en contacto con una de las formas de vida mas antiguas del planeta.


¿Puedes percibir el canto
de los árboles?
Notas melódicas se trenzan
entre sus resecos linajes,
cientos de secretos tejidos
en ásperas texturas.

¿Puedes percibir el canto
de los árboles?
Caídas de luz huyen
de las amplias copas,
Partituras destinadas
por las hojas mecidas
en espiral.

¿Puede percibir el canto
de los árboles?
Palabras de vida
recitan en mis oídos,
secretos de agrias
savias y resucitadas
raíces.


Llegamos al final del recorrido, parte de mi queda salpicando las largas sombras de los inertes seres, que han hecho de este trozo de tierra su territorio.
El sol comienza su perezoso descenso tras verdes lomas, cuando sin muchas dificultades subimos desde el valle hasta la carretera.
Con la llegada de la luna, nuevos sonidos se escuchan a nuestras espaldas. Las copas se transforman en telas de arañas plateadas, su existencia transmuta, pero es el mismo espíritu que mantiene su predomino sobre las formas vida, que se albergan bajo su protección.
Realmente es una de las cosas más hermosas que he visto en mi vida.