“FATA ONÍRICA”


No recuerdo bien la primera vez que la vi, de hecho encuentro paradójico el no acordarme, pues gran parte de mi día, me descubro pensando en ella, además he notado su enorme atractivo del cual más de ocho estamos hechizados por completo; sin embargo ahí estoy, encantado por esa su forma de ser tan independiente y libre y como antes dije, como yo otros tantos.

No se en que radique semejante sortilegio, es una sensación de nerviosismo y alegría al escucharle hablar, por cierto, he tenido la fortuna de soñar con ella; bailar entre nubes, en medio de un hermoso salón al ritmo de una música silenciosa, asido a su talle, sintiendo sus manos en mi espalda, mientras dábamos vueltas y más vueltas; al día siguiente amanecí agotado y muy contento.

Hoy, como cada día me encuentro con ella, deseando recibir un simple roce, que me regale una de sus sonrisas y se fije un segundo en mí, por fin lo hace y el día no parece pintar tan mal después de todo, es extraordinario su encanto, pues a su paso va dejando esa estela de sonrisas y suspiros; contento con ese obsequio, reúno el valor para acercarme y decirle -“Buenos días”-.

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Nuevamente mi mente divaga y se pierde en el recuerdo del sueño que tuve la noche anterior, esta vez no solo fue un baile sobre nubes en medio de un hermosísimo salón, hubo algo más, un estremecimiento me invade repentino, entrecierro los ojos y evoco ese formidable recuerdo, ella se encontraba bellísima, ceñida por un vestido de fiesta en color negro recubierto con pedrería que queda opaca ante el brillo de su sonrisa, aunque había algo distinto en ella.

Abro los ojos perdiendo momentáneamente el recuerdo y la veo al fondo de la hilera de escritorios, sonriente como siempre, platicando muy amena rodeada por tres compañeros hechizados como yo, no me presta la menor atención, es obvio, de pronto descubro que era lo que había diferente de ella en ese momento y desde que la conocí, con respecto a mi sueño, una vez conciente de ello cierro los ojos nuevamente.

La imagen aparece más nítida desde el fondo de mi subconsciente, en ese salón, ella con ese vestido negro brillando con luz propia e irreal, poco a poco acomodo la visión de esos ojos profundos y alegres, descubro las diferencias de mi ensoñada Hada nocturna y el Hada que alegra mis días laborales, un cabello largo, rizado y encendido como el fuego enmarcan el blanco rostro y combinan con el granate de los labios, ya no bailamos, solo la contemplo.

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Desaparece todo, y el escenario de mi sueño cambia por completo, nos rodea un tibio aire nocturno, su cabello cobra vida y los rizos me comienzan a envolver lentamente, acariciándome; no puedo, ni deseo soltar su cintura sus ojos relampaguean, el vestido se torna tan rojo como su cabello, reflejo de la pasión que me invade, me estremezco ante tan vívido recuerdo, el aroma de su perfume llena mi olfato, esta demasiado claro, demasiado tangible.

La voz de ella me despierta de tras de mi escritorio, ¡era el perfume real!, ¡era ella!, había avanzado tres hileras de escritorios hasta mi, sonrojado levanté la mirada y giré para verla, -¿Pues en que sueñas niño? Te estoy hable y hable y tu en la lela-, su voz aguda y un poco aniñada acarició mis oídos; mi rostro comenzó a hervir, mis manos a sudar y ninguna disculpa salio de mis labios, se sonrió acercándome unos papeles, y sin darme tiempo a nada giró sobre si misma, alejándose cadenciosa, mi mirada se perdió detrás de sus piernas.

Ya sin poder concentrarme en mi trabajo, olfateaba las hojas del documento que sus manos habían tocado y su perfume invadido, inhalaba desesperado, no queriendo desperdiciar la fragancia que automáticamente me remitía al sueño donde la tenía sujeta de la cintura y su cabello me apresaba suavemente, en donde nuestros labios separados apenas por un beso temblaban y se entreabrían preparándose para unirse.

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Es intrigante la manera de actuar de los sueños, por eso creo que se han escrito enciclopedias enteras para tratar de desentrañarlos y entenderlos, independientemente de eso, del conocimiento de las dimensiones repletamente vacías de nuestra subconciencia, me dispuse a dormir y a tratar con todas mis ganas de soñar con ella, con su cabello como quiera que se encuentre y del largo que sea, solo deseaba soñar con ella.

Amaneció, ensoñado había visto mis deseos cumplidos, soñé con ella, trataba de retener cada parte de ese maravilloso sueño, mientras recordaba las imágenes más dulces y tenues de la noche transcurrida; un gusto salado llenaba mi boca, pase la lengua sobre mis labios, para recuperar el sabor de ella, con todas mis fuerzas trate de recordar aquel sueño, mientras entraba al baño para ducharme; templé el agua para que no me quitara la sensación de aquella ilusión.

Las gotas tibias resbalaban por mi espalda, dándome una deliciosa sensación; con los ojos cerrados rememoré el recuerdo, mientras mis manos paseaban sobre mi cuerpo, untando el jabón de aroma a rosas y violetas, el vapor creaba un portal a otra dimensión, el perfume tan de ella taladraba mi olfato, el agua ahora un poco más caliente me envolvía por completo, la resonancia de las gotas al caer retumbaba solo opacadas por los suspiros que prodigaba, tarareando la canción de mis sueños llegó ella a mi mente.

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después de bailar, después de haberme acercado a ella y sentir la caricia de su cabello viviente, después de haberla besado tan despacio en los labios, jugueteando con su piel atrapada por la palma de mis manos, no resistí más, nos tumbamos sobre una alfombra persa, tan suave que perecía una nube, mis manos temblorosas comenzaron a despojarla del vestido granate, mostrándome la blancura de su piel, la belleza de sus hombros cubiertos por pequeñas pecas, la suavidad de sus senos, del resto de su piel.

Conforme la desnudaba, se cubría nuevamente con su cabellera viva y roja, mi mano de detuvo por un instante en su vientre, mientras mis labios se aceleraban sobre los suyos, descendiendo mi mano, sentí la calidez y humedad que me daba, seguí acariciándola, comencé debajo de la regadera a acariciarme también, su cabellera nos unía, nos rodeaba, sus blancas manos también tocaban, sus labios me recibían, todo el resto de su cuerpo de igual forma, me daba la bienvenida.

Me hundí en su interior, tratando de colmarla de caricias y besos, en ese irreal abrazo de serpiente, de hechicera en aquelarre, de musa alcanzada por un fauno, mi cuerpo se estremecía procurando no fallar en el delicioso vaivén imaginado, sus caderas debajo de las mías, sus piernas rozando mis costados, sus ojos profundos y alegres reflejaban mi rostro, sus senos perdiéndose en mis manos y en mis labios, me estremecí, un escalofrío me recorrió completo debajo de la calidez del agua, mis piernas se aflojaron y momentáneamente la visión se desvaneció mientas lejanos gemidos llenaban el baño.

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Llegue tarde al trabajo, apurado cheque mi tarjeta y subí corriendo las escaleras, en el pasillo la vi, de hecho primero sus piernas, después el resto de su cuerpo finalmente sus ojos se clavaron en mí, nuevamente su voz aflautada, aniñada y coqueta rompió mi esquema –Me dijeron que ayer fue tu cumpleaños, muchas felicidades- diciendo esto se acercó y me abrazó, yo encantado con ese perfume, con ese cuerpo entre mis brazos, solo dije –Gracias- aun abrazados me susurró cerca del oído –¡Que todos tus sueños se hagan realidad!- para mis adentros desee con todo el corazón que efectivamente se cumplieran.