Su rostro ya comenzaba a mostrar el lento e irreversible paso del tiempo. Más su mirada conservaba la frescura que Thomasito había aprendido a ver en todos los años que juntos caminaban tomados de la mano.
_¿Ya comenzaron las peleas? _ Preguntó ella, sabiendo que tan sólo era el comienzo de un ritual que ambos llevaban a cabo desde que Thomasito se desposara quién sabe por que motivos.
_ Peleamos cada vez que conversamos_ Mintió Thomasito mientras besaba sus desnudos hombros.
Ella cerró los ojos imaginando al menos por un instante que era cierto, había inventado un mundo en el cual los dos se complementaban sincrónicamente, imaginaba que estaban juntos por el resto de sus vidas.
Miró el espejo que adornaba el oscuro cielo de la habitación y vio como Thomasito besaba su entrepierna, sus muslos.
Los dos cuerpos se entrelazaban como si fueran uno. Las silentes lágrimas brotaron.

Fumaba sentada cerca de la puerta del baño de aquél motel; meditabunda al ver a Thomasito desnudo bajo el delgado rocío de la ducha.
_ ¿Te iras a tu casa? _ Ella buscaba una respuesta que sabía que no saldría de los labios de su amante.
_ ¿Y para adonde crees que voy a ir?_ Tenía la esperanza de que en algún momento le diría que se quedaría allí con ella, pero sabía que era una químera. Ella no trata de esconder la mueca de dolor.
_ Mira, ahora no estoy mal, pero las peleas son mas frecuentes, tal vez más adelante ¿Quien sabe?.
En el camino a casa evitó referirse al tema, ya lo había manoseado lo suficiente; al menos por ésta noche.
Lo dejó en la esquina como acostumbraban; Lo vio entrar a casa y saludar a su esposa con un beso en la boca. No le importaba pues ya no sentía celos.
Espero algunos minutos mientras se apagaba el farol que pendía en la puerta de entrada de la casa de Thomasito y encendiendo las luces de su vehículo procedió a estacionarlo un par de casas mas arriba, casa que comprara para estar cerca de él.