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Inicio / Cuenteros Locales / Koke_Vejete_2001_2016 / ¿Es éste el final? (Escrito 11/06/2003)

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Los altavoces del antiguo automóvil escupían la poesía barata de Ricardo Arjona, las populares melodias acompañaban a la luz del nuevo día que entraba desordenadamente por las sucias ventanas del carinita. Thomasito comandaba la maquina con los ojos casi cerrados de cansancio, dejando que la fría y húmeda brisa jugara con su cabello. Con cada verso de la burda canción, su pie pisaba más y más el acelerador.
Los primeros rayos del brillante y naciente sol tocaron el cansancio de su triste rostro.

Cada semana vestido de traje y corbata concurría a su trabajo, conllevando una serie de responsabilidades que abrazaban su diario vivir. Pero un puñado de a gente conocedora de su vida de fin de semana sabía de sobra que esa era sólo una máscara que cubría la totalidad de su figura.

No miraba el marcador de velocidad, no le importaba. La rapidez y el paisaje que velozmente decoraba su entorno eran la manera que él utilizaba para sentir que cada minuto en esta vida valía la pena, sentirse vivo lo liberaba.
Escuchaba como el corazón de la maquina que pedía clemencia, cada revolución del motor aceleraba los latidos que fuertemente resonaban dentro de su pecho.

Cada día su novia monopolizaba el escaso tiempo libre que Thomasito tenía, y ella lo llamaba cientos de veces a su teléfono móvil. Habían decidido poner término a su prolongado noviazgo y formalizar la relación. Las familias de ambos fecharon el inevitable matrimonio, y la alegría desbordaba a todas las personas de su circulo conocido. Más lo que él no entendía era el vacío que habitaba en su interior, lo tomó sencillamente como parte de su creciente nerviosismo.

Los rápidos cambios de marcha eran acompañados por sonidos guturales de los engranajes del antiguo y destartalado automóvil. Cada pronunciada curva era tomada con más y más velocidad, los neumáticos se negaban a girar a las revoluciones a la cual eran sometidos. Varias estelas borrosas que pasaban por ambos lados seguramente eran otros vehículos que iba dejando a su paso.

Estaba haciendo lo que se debía hacer, terminaría su vida como la mayoría de la gente. Se veía en un futuro cercano, envejeciendo con una pareja estable a su lado. Le enseñaron que debía tener un trabajo bien remunerado, dejar descendencia, y ver como los años acababan lentamente con su paso por este mundo.

Tomó el serpenteante camino a más de dos cientos kilómetros por hora, la estabilidad del carinita se vio comprometida por el exceso de velocidad. Fue inevitable que el viejo y querido automóvil resbalara por fuera de la rura, pero la habilidad del piloto logró el reingreso a la ruta.
Los amigos eran solo un recuerdo ya ido, un sueño del cual ya nunca mas formara parte. Dichas remembranzas devolvieron a Jorge a su mente. Nunca supo por qué tomó tan trágica decisión.
Como en tan solo un pequeño espacio de tiempo se convirtieran en amigos inseparables, en esa misma fracción de tiempo, él alzo su vuelo hacia el vació, fuera del mundo conocido. Desde ese momento todo cambió, ya nunca más nada sería de la misma manera. El tan amado grupo dejo de juntarse los fines de semana. Cada cual siguió el camino que le dictara el corazón.
Extrañaba a Negro y a Juliano, después de la tragedia habían perdido contacto por un tiempo eterno.

El volante del automóvil se transformaba en una parte integral de su cuerpo, se movía armónicamente al ritmo de su pasado, de las cosas que quedaron sin respuesta, las cosas que escondía bajo su sombra, bajo su alma.
Ya no deseaba hablar con nadie, se escudaba dentro de si mismo, meditando llegó a la conclusión que la locura habitaba afuera, estaba afianzada fuertemente en los muros que él mismo construyera redeando su entorno.
El marcador de velocidad ya alcanzaba los dos cientos setenta kilómetros por hora, el cuerpo del automóvil comenzó a temblar, un frío sudor corrió por la parte frontal de su cabeza, mas nunca le importo. La locura esta vez no lo alcanzaría , se mantendría alejado de ella, por primera vez deseaba terminar como el mundo, pensó en la felicidad de su familia, en la felicidad de su novia, en la felicidad de todos las personas que lo conocían. En las personas que con sus palabras llenas de veneno le vaticinaron un futuro como los vagos de sus amigos, sin futuro ,sin esperanzas, sin un término como usualmente lo hacen las personas normales.
El fuerte impacto no fue una sombra llena de muerte, fue todo lo contrario, la oscuridad que se cernía le entrego paradójicamente luminosidad, le entrego lo que su vida le negó, sentirse vivo de verdad, cerró los ojos y se dejo llevar por lo mejor que le había pasado en toda su existencia.

Texto agregado el 19-09-2015, y leído por 127 visitantes. (1 voto)


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