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Inicio / Cuenteros Locales / seroma / Tiempos de estudiantes - Deshilachando recuerdos: introducción al vicio

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Alguien a quien vamos a llamar Gustavo, nunca correteaba detrás de la niñas, es más, desde que tengo memoria siempre corrió detrás de una sola: "Alicita" y según sus dichos la correteo tanto que hoy sigue siendo su mujer.
Gustavito, siendo adolescente, allá por tercer o cuarto año, perdió la chaveta por esta tal Alicita, niña menor que él y de cursos posteriores y la perdió de tal manera que hasta intentó fugarse de su casa para ir en pos de su amada, la cual, no se por qué razones del destino había ido a parar a Rosario por el año 1969.
Yo en esa fecha debutaba como universitario viviendo en una mugrosa (pero querible) pensión rosarina que estaba en la calle 1º de Mayo y Carlos Pellegrini.
Una tarde llego de la Facultad y la dueña de la pensión, vieja bastante metiche si las hay, ve que prendo la luz de la pieza y se aparece diciéndome que había un amigo mío esperándome, detrás de ella estaba Gustavo con un bolsito.
Allí me contó que se había venido a Rosario para poder verla a la cautivadora Alicita. Yo pensé que era un viaje de fin de semana o por unos días, pero el atorrante se quedó como tres meses garroneando en la pieza de la pensión y yo haciendo malabares para que la dueña no se diera cuenta que estaba este de contrabando.
Las veces que habré tenido que dormir en el piso porque Gustavo llegaba antes que yo y el muy caradura se apropiaba de la cama.
También es el culpable de que comenzara a darle a los fasos, maldita costumbre que aún conservo. Por esas épocas no fumaba (seguía con el mambo del Atletismo entrenándome en el club Sparta) y este Gustavo fumaba por dos, con decirles que compraba los cigarrillos Jockey por cartones, no un cartón, dos o tres a la vez.
Una noche estoy estudiando (si, no se asombren, alguna vez estudié), estoy estudiando les decía, a la noche y la dueña de la pensión se aparece (siempre hacía sus recorridas para evitar no se qué maldades que se le cruzarían por la cabeza), aparece, se pone a charlar y ve los cartones de cigarrillos y, sabiendo que yo no fumaba, me pregunta: "Comenzó a fumar joven?" Yo para no deschavarlo al Gus, le dije que sí y no tuve más remedio que abrir un paquete y ponerme a fumar.
Desde entonces sigo, pero eso sí: odio los cigarrillos Jockey Club!

Texto agregado el 18-09-2015, y leído por 143 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
19-09-2015 Pero qué pena, no me gustan los hombres que fuman ¿y ahora qué hacemos? :) MujerDiosa
 
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