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Inicio / Cuenteros Locales / Arccloud / Párrafos perdidos de algún relato de un joven enamorado

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Nuestro amor duro varias semanas más. Siempre en aquella banca, bajo la sombra de un gran árbol de quién sabe qué. Las aves solían cantar al vernos sentados conversando durante horas y horas. El cielo se tornaba oscuro y las nubes lloraban cuando ella entristecía. Yo la consolaba con un beso en la frente. Tomaba sus manos y las ponía en mi pecho, mientras le decía, mirándola fijamente, que no había razón para botar lagrimas, puesto que mientras mi corazón latiese así de rápido cada vez que ella estuviese a mi lado, yo sería capaz de mover montañas, luchar contra las más temibles bestias y hasta volar por los cielos para arrancarle una sonrisa de los labios. Luego, la besaba en los labios y trataba de hacerla reír con algún comentario absurdo, pues su sonrisa llenaba mi corazón con la dulzura que necesitaba y el sonar de su risa iluminaba el camino que mi destino me había trazado.

En múltiples ocaciones hasta llegué a pensar en que ese parque tenía vida, pues era más bello cuando ella pisaba el césped o reía a carcajadas. Quizás solo fueron ilusiones de un cobarde y tímido joven enamorado. Sin embargo, no poseo memoria de un sonido más hermoso que el de su sonrisa o algún momento en el que haya sido más feliz mi vida. Jamás pude mencionarle que tendría que irme por siempre hasta aquella tarde.

Era una tarde nublada, pero con ciertos rayos de sol sobre los árboles. Yo estaba sentado en la banca esperándola. La ansiedad me estaba matando y el cansancio lo sentía en cada músculo de mi cuerpo, pues solo pude conciliar sueño durante un par de horas. La vi bella como todos los días. Ella usaba un vestido rosa y traía los cabellos recogidos. Tenía una mirada un poco triste y misteriosa como si supiese algo que yo no. Sin embargo, se veía tan hermosa como una diosa. Se acercó y le comenté que tenía una noticia que darle. Una triste noticia, la cual debí mencionarle desde el primer día. Ella me interrumpió poniendo sus dedos en mis labios, mientas decía que ella ya lo sabía, que lo había visto en mis sueños al visitarme. Quedé anonadado por tremenda sorpresa. Ella deslizó su mano hacia mis mejillas, me miro fijamente con una tristeza que me partió el alma en mil pedazos, mientras una lagrima caía por uno de sus claros ojos hacia sus labios. Me acaricio la mejilla y me besó como nunca antes lo había hecho. Sentí el salado y melancólico sabor de sus lagrimas en mis labios, y pude ver y vivir su sufrimiento en mis venas. No pude más; así que, me alejé un poco, la tome de la mano, la puse en mi pecho y la besé en la frente. La tomé del rostro y le dije que la amaba, mientras mi corazón se aceleraba tanto que tal vez iba a explotar. Entonces, la volví a besar. Sentí que estos besos duraron horas y horas. Nunca la podré olvidar.

Aún puedo recordar sus dulces besos. La suavidad de sus labios me hacían volar por los cielos...

Texto agregado el 15-09-2015, y leído por 71 visitantes. (0 votos)


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