Viejo mío:

Te volvieron andante, viajero sin camino
te regalaron alas, cual si fueras el viento.
Nunca más verán tus ojos florecer los arupos
ni te darán las guabas, lo dulce de sus frutos.

Tú, que al medio día de un noviembre te fuiste
remontando silencios, acariciando brisas
no sabrás de mis horas, no sabrás de mis días;
no regará tu almohada mi pelo cada noche
ni mi canto volverá a despertar en tu oído
el deseo de amarme, de acariciar los cielos

Hoy te siento en la entraña de las cosas que vivo
entre el ruido y la gente, entre el sol y la bruma
palpitando en el pulso de la tarde que muere;
en la risa desdentada del viejo del periódico
en la cama que llora por tu ausencia silente.
En el sol que se ahoga el filo del ocaso
en el día que muere perdido entre los montes.

Y entre todas las voces, y entre tantos suspiros
sé que serás mis voces y mis tristes suspiros
los que remontarán el aire en alas del recuerdo
para contarte historias de mis días sin ti.