LA LEYENDA DEL CHAPUY.

“Persona que escucha el canto del chapuy muere en el acto” dice la leyenda.
Para Oscar, empedernido refutador de mitos, leyendas y otras habladurías esto está por averiguarse, así que lee lo poco que encuentra al respecto y se dispone a esta aventurada desición.
Ya sabe que el chapuy es un ave pequeña, que habita el lo más alto de los árboles mimetizándose con su follaje, que no se deja ver fácilmente, pero de su particular trino o cantar no hay nada escrito.
Tampoco la leyenda es urbana, por lo tanto se traslada al borde de la selva amazónica y contrata un guía para que lo acompañe. A un aborigen, tan conocedor del lugar como seguramente apegado al mito, por lo cual le oculta su verdadero propósito y pasa a ser un científico, un botánico en busca de la especie arbórea que más se desarrolla en esa zona.
Después de ocho horas avanzando trabajosamente en la espesura vegetal, el guía se detiene ante un majestuoso árbol y levanta la vista hasta su máxima altura como diciéndo hemos llegado, este es.
Ahora Oscar debe examinarlo minuciosamente para simular un gran interés. Extrae una muestra de savia, algo de corteza, unas ramas y hojas, mide el diámetro del tronco y calcula su envergadura final. Anota todo con rigurosidad exagerada, llenando varias hojas de un improvisado cuaderno de apuntes, es decir, dilata todo lo posible su estadía tratando de encubrir una secreta espera y auténtico resultado.
Digamos que aguarda temerariamente lo que sería una muerte anunciada...
Pero esta demora se ditata demasiado a medida que los pretextos se le van terminando…. Ahora se le ocurre sacarse una foto junto al árbol. Pone su celular en la mano inexperta del guía y pacientemente le enseña cómo se hace.
Se reserva todo el tiempo del mundo para acomodarse orgullosamente sobre su falso trofeo y encima repite algunas tomas que dice mal enfocadas… Ciertamente la posibilidad de dar con este pájaro le es remota, por eso su mayor incertidumbre recae ahora en saber cómo podrá identificar su canto llegado este exclusivo momento. Desde que entraron a la jungla el aire es un aquelarre de estridentes voces salvajes. El chillido de los monos y demás animales se mezclan con el graznido de distintos pajarracos que en un coro desafinado ensordece sin cesar…
Pronto anochecerá, el guía está impaciente por volver y el "científico" sin más que hacer...Pero sí, Oscar justificará su última demora en ese mismísimo árbol; extiende la mano, baja y lentamente degusta una pequeña pero atractiva fruta que recién descubre que da... Pasados unos minutos todos los animales enmudecen hasta un silencio absoluto, ha anochecido y esto en la jungla ocurre siempre. No obstante y de repente Oscar siente que su cabeza parece exlotar, un sonido agudo dentro busca una salida... Está completamente aturdido y se tapa los oídos con las manos fuertemente. Como si pudiera detener esa sangre que entre los dedos se le escurre a borbotones. El guía observa esta horrorosa escena paralizado entre el follaje, mientras a él le sobrevienen espantosas convulsiones. Luego llegará una abrupta rigidez para finalmente caer de espaldas sobre ese suelo de nativo de hojarasca, fértil en mitos y supersticiones irrefutables...
Sus ojos han quedados abiertos a un pedazo de cielo de luna llena que se recorta en la copa del árbol más alto.
Ahora el guía se le acerca y también mira hasta ese lugar...
Mañana tendrá algo para contar cuando llegue a su aldea, mostrará la foto de este hombre blanco que pudo escuchar al chapuy pero no pudo decírselo a nadie.