Es angustioso reconocer la realidad;
espalda contra espalda en un pequeño mar
de sábanas frías. Ya nada de ti me pertenece.
Y justo ahora recuerdo que no sé nadar.
La vida y sus caprichos.
Dime, ¿dónde estamos ahora? ¿En qué lugar?
Desde aquí tan solo vislumbro el abismo.
No construimos planes de futuro.
Fuimos vagabundos en este camino,
como si el amor fuera suficiente cobijo
y no nos tuviéramos que alimentar.
Jugamos a la ruleta -como aquel día-
pero esta vez hemos perdido.
Hoy lo diré por última vez. Juro, no volver a repetirlo:
Te echo tanto de menos.
Por favor, vuelve conmigo.