Bongolongo (El caníbal)
El era un caníbal, su familia eran caníbales y vivía en una tribu de caníbales haya en lo más profundo e inaccesible del África negra.
¿Y porque eran caníbales?, vaya usted a saber, quizá por tradición o porque creían que al comerse a otra persona se apoderaban de su espíritu o tal vez porque un día probaron la carne de un semejante y les gusto, yo me inclino más por la última razón ya que a todos sin excepción les encantaba comer carne humana, la de otros miembros de tribus próximas, la de cualquier prisionero que consiguieran en sus múltiples guerras o la de algún explorador despistado que se aventurara en sus terrenos y hay que saber que cuando esto ocurría la tribu lo celebraba con una verdadera orgia de placer ya que todos estaban de acuerdo en considerar que la carne de los blancos aunque era algo mas sosa era mucho más blanda y fácil de cocer.
Y así vivían y no había fiesta por el nacimiento de algún nuevo miembro, por la celebración de un matrimonio o por cualquier otro motivo de alegría para ellos que no terminara con un gran caldero y un menos un par de victimas que eran cocinadas.
Las preparaciones de los banquetes, que como hemos dicho eran muy frecuentes, estaban reservadas a los más ancianos e influyentes de la tribu, así que Bongolongo que era muy joven se tenía que contentar con ser mero espectador limitándose a ver como encendían el fuego y como colocaban el caldero y aunque recibía su parte de carne como todos, no tenía acceso a opinar sobre la elaboración del guisote, cosa que le contrariaba muchísimo porque estaba convencido que él podía mejorar el resultado.
Todo lo hacían siempre igual, echaban a la víctima al caldero y le cocían a fuego lento, pero él creía que el sistema era muy primitivo y que podía mejorarse si le hicieran caso y pudiera aplicar sus ideas fruto de la observación de muchas comilonas y aun con miedo no podía evitar el criticar a los cocineros durante el proceso siempre con mucha precaución para que no se revolvieran contra él.
(Me he permitido traducir al castellano los comentarios, para poder seguir el hilo de la historia, ya que hablaban un idioma muy primitivo apenas conocido en la actualidad)
“Comida así no buena” les decía “Viejas personas mejor guisar separadas de jóvenes personas “apuntaba “Viejas personas más duras, viejas personas correosas, viejas personas necesitar cocer mas” e incluso se atrevía a criticarles aun mas diciendo “Caldo soso, añadir más cosas”
Al principio no le hacían caso, pero tanto dio la lata que un día harto el jefe de la tribu le dijo.
“Bongolongo guisar hoy, si guiso no bueno, Bongolongo ser guiso”
Y aunque con cierto reparo, Bongolongo se puso a la tarea con la seguridad de que mejoraría el resultado, le iba en ello la vida.
Ese día tocaba guisar a dos guerreros de una tribu próxima que habían sido capturados cuando andaban despistados cazando monos y que tenían en una jaula temblando de miedo al saber lo que les esperaba.
Bongolongo lo primero que hizo fue acercarse a ellos y decirles “No miedo, después fiesta, vosotros ir, nosotros no comer”.
Bongolongo sabía que si la pieza se estresaba estaría luego más amarga y rígida, espero por tanto que con su charla que se calmaran y una vez que estaban tranquilos les sacudió con una maza en el coco y se puso a despiezarlos adecuadamente, nada de echarlo directamente y enteros al caldero como normalmente se hacía, separo primero las partes más carnosas, piernas, brazos, glúteos, hombros, espaldas y estómagos, que puso después de quitarles los pelos al sol para que se atemperaran y mientras deposito en un recipiente en el que había puesto un fondo de hierbas aromáticas los hígados, los riñones y en general todas las vísceras , para en un futuro hacer asadurillas a la plancha, despreciando las partes menos nobles que consideraban no aportaban nada sino mal gusto al guiso como los estómagos y los intestinos gruesos que echo a los perros de la tribu, reservándose, eso sí, los delgados y los pellejos para una vez secos embutirlos con alguna cosilla que ya pensaría.
Deshueso adecuadamente las piezas que había seleccionado y las deposito en el gran caldero en el que tenia cociendo el agua desde hacia tiempo y al que había convertido en un sabroso caldo gracias a la añadidura de semillas diversa, plantas aromáticas, algunas frutas y abundantes hortalizas salvajes, e incluso en el último momento introdujo tres trozos de cuellos resecos y ya rancios que estaban por allí desde la última comilona para que le diera mas gusto al guiso, guiso que vigilo con gran cuidado para que la carne estuviera en su punto.
Tuvo tanto éxito y agrado tanto el plato que el jefe de la tribu le nombro de inmediato cocinero mayor, comunicando a toda la tribu que a partir de entonces y por su propia decisión se le conocería como Bongolongo Guisobueno, todo un honor.
Ese momento fue el comienzo de la escalada creativa de Bongolongo, ya que a partir de entonces dio rienda suelta a su imaginación y empezó a poner en práctica las ideas que llevaba considerando hacía mucho tiempo, sorprendiendo y admirando a toda la tribu en los siguientes banquetes con nuevos y sutiles platos como.
.- Pinchos de hígados y riñones a la brasa con hojas de palmera.
.- Costillares enteros tostados ligeramente y untados en miel salvaje acompañados de esófagos muy tostaditos.
.- Intestinos con cebolletas, asados a fuego lento en su jugo con una guarnición de ojos salteados con setas.
.- Manos deshuesadas rellenas de sesos cocidas en leche de mona.
.- Y muchos más cada vez más elaborados.
Llegando a la culminación el día que apresaron a una pareja de exploradores explorador y exploradora ingleses, en que se lucio y consagro para siempre al presentar una sabrosísimas y jugosas nalgas procedentes de la exploradora ligeramente maceradas en aceite de coco y una especie de salchicha con piel procedente del explorador a la brasa, aunque solo dio para que comiera el jefe porque en realidad era bastante pequeña, pero por lo visto muy sabrosa y blandita.
Había cambiado la cultura y la forma de alimentarse de la tribu, seguían siendo caníbales pero ahora eran caníbales “gourment”.
Pero como casi todas las cosas de la vida, todo tiene una contrapartida y el éxito de sus platos provoco una gran demanda de carne pues ya no se contentaban con festines ocasionales, querían carne humana todos los días, y la fuente de aprovisionamiento proveniente de prisioneros de otras tribus empezó a agotarse al irse muchas de ellas lejos de su alcance, pero ya estaban embalados necesitaban víctimas y como escaseaban el jefe decidió endurecer las leyes de la tribu como solución.
.-Que si alguien dejaba la lanza fuera de la choza, hala al caldero.
.-Que si en una partida de caza uno no había conseguido ninguna presa, pues venga a la cazuela.
.- Que si otro había mirado a una de sus esposas, pues a ser guisado
Y así siguieron consiguiendo materia prima, pero eso si a costa de diezmase rápidamente, convirtiéndose al poco de temida tribu a un grupo de obsesionados que no podían evitar el comerse unos a otros.
Fue el hechicero el que encontró la solución, reunió a toda la tribu, a los que quedaban y les dijo, “El sol hablo a mí, dijo hacer sacrificio grande para ser grande tribu otra vez, comer a Bungolongo, y luego ser poderosos”
Y con todo el dolor del corazón de muchos de inmediato Bungolongo fue guisado, eso sí por especial demanda de él le asaron a la parilla bien untado en jugo de arándanos y castañas locas, al desaparecer Bongolongo, se fue con él la sofisticación culinaria, y aunque volvieron al antiguo caldero, ya les pareció una comida muy insípida y sin gusto, abandonando poco a poco el canibalismo, lo que les permitió crecer de nuevo como tribu.
Y siguieron con el tiempo evolucionando y parece que actualmente algunos representantes del África negra en las Naciones Unidas son sus descendientes, seguro tienen sus viejos instintos contenidos y ocultos.
Fernando Mateo Agosto 2015
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