Se cuenta de una civilización olvidada donde la gente volaba sin alas y se trasladaba en transportes que no tocaban el suelo.

En muy poco tiempo recorrían las distancias.

Observaban los océanos por encima y por el fondo.

Sin voz preguntaban y respondían y sin estar presentes visitaban lugares muy alejados.

Sabían del cosmos y conocían algunos de sus misterios.

Pudieron llegar tan lejos... pudieron perdurar.

Pero sus sueños los transformaron en pesadillas que les perseguían como fiera día y noche.

Dejaron escapar esas fieras contra sus semejantes y comenzaron a mirarse entre sí como gentuza.

Como si fueran seres sin padre y sin hogar se volvieron hambrientos, toscos e indolentes.

En su impotencia de no resolver todas las incógnitas se volvieron fraudulentos y soberbios.

Y su carencia espiritual buscaron acallarla con dominio.

Si un Dios les negaba sus misterios atraerían a su reverso para convencerle que se los develara.

... Y de la mano del invitado rodaron las cabezas de los anfitriones.

Nunca hubo tanta devastación en la tierra, tanto horror, tanto sufrimiento, llanto, tanta injusticia y muerte.

A finales de 2015 la civilización sucumbió y ahora mora con todos los intentos anteriores en el fondo del mar.