Sólo me falta hincarme a rezar.
Tengo una bronca terrible. No se si recordarán que hace un par de semanas le pedí ayuda a mi Angel de la Guarda, el famoso Arcángel Gabriel (Gaby para los amigos).Yo quería que ayudara a ganar a mi club el campeonato y él me prometió que haría todo lo posible para que River salga primero, como lo merece.
Pero hasta ahora no ha pasado naranja. Varios empates consecutivos y el último con Huracán que casi nos da el pesto a última hora.
Ya no se que más hacer. Sólo me falta ir caminando a Luján con una vela grandota en la mano, pero no lo hago porque justito en Luján, a la izquierda de la Basílica hay un pequeño restaurante, donde quedé debiendo unos pocos pesos hace ya un tiempito y el dueño es un tano un tanto brutazo que no entiende bien que los préstamos de palabra no tienen el mismo valor que la palabra escrita.
Además le voy a pagar en cuanto pueda y con los intereses correspondientes. Y yo acepté la cuenta sin dudar ni un instante a pesar de que cinco de mis invitados me habían dicho que la carne estaba duranga y los otros seis se quejaron que el vino era poco para poder trasegar el bendito asado.
Todavía me duele la mandíbula tanto masticar esos ñoquis de morondanga y si me comí tres platos fue para que el tano se sintiera bien, ya que nos había dicho que los ñoquis los había amasado él.
Nada puedo decir de si la carne estaba dura porque yo no como carne por ese asunto de la gota que tengo. Pero que me quedé con sed, sí, me quedé con sed.
Le rogué encarecidamente que abriera unas cuantas botellas más del Fond de Cave que estaba de rechupete, pero adujo que se le había terminado y solo tenía vino de la casa. Y ni postre nos quiso servir porque dijo que estábamos haciendo mucho ruido y los demás clientes se quejaban.
Por eso cuando se apareció con la cuenta no dije ni mus y sin mirar el importe le dí la tarjeta para que se cobrara.
Me hizo esperar casi media hora y resultó que no le funcionaba el po…posit…o como sea que se llame el aparatito. No fue culpa mía. Le dije que iría a pagarle al día siguiente, ya que volvería a Luján a confesarme y a comulgar.
Al día siguiente leí eso de unos curas pedófilos en EE.UU. y decidí borrarme por un tiempo del catolicismo y no volví a Luján.
Pero siempre tuve la sana intención de pagarle y él no tenía por qué amenazarme por medio de un amigo en común y mandarme decir que me iba a mandar quebrar una pierna.
Por eso no quiero volver a Luján.
Pero algo tengo que hacer para ayudar a River. Volveré a hablar con Gaby.
Para poder encontrar a Gaby tuve que ir ahí, cerca del Parque Lezama donde suele parar. Efectivamente allí estaba comiendo pizza y bebiendo moscato con tres damiselas de esas que fuman. Se reían a las carcajadas pero cuando me vió, juro que se le desfiguró el rostro. Se puso pálido como un muerto e inmediatamente me dí cuenta que se había olvidado de mi petición.
—¡La puta que te parió, Gaby! No hiciste nada para ayudar a River, como me prometiste. Ya van tres partidos y no ganamos ninguno.
—¡Pero tampoco perdieron1 ¡Empataron! Y eso es mucho decir de ese equipo…
Yo soy un ángel y tengo algunos poderes, pero no soy Mago.
Ahí intervino una de las damas (la que tenía más dientes) diciendo:
—¡Señor! Por favor, no se enoje con Gabito que él no tiene la culpa de que su club tenga tan malos jugadores…
—¡Pero qué sabe Ud. señora! Si teníamos hasta a Funes Mori, que todos los periodistas dicen que es un crack…
—¿Acaso se olvidó de todos los goles que no convirtió? Si hubiera hecho tan solo la mitad, River hubiera salido Campeón el año pasado.
Gaby me miró un poco avergonzado y me dijo:
—Te prometo, Edy, que este año subiremos a la A, aunque me tenga que cortar un ala…
La mina teñida de lila dijo:
—¡Ahh, un ala! Por un momento creí que te ibas a cortar otra cosa…
Me fui del piringundín re-caliente. Y con tanta bronca que me olvidé pedirle que me saque de encima al tano de Luján. Para otro día será… |