Después de la tormenta que originó el naufragio,
después del rayo que partió al viejo nogal
después de la zozobra y el temor,
después del miedo, tras la sorpresa y el golpe.
Justo después del tiempo que persiste al dolor,
justo después que el hueco se instaló en el corazón,
cuando humeante quedó la madera, aún caliente
y la resaca inundó las playas de la marisma.
Cuando aún sonaba el eco del ulular de las sirenas,
y nuestro cuerpo manifestó su último temblor,
cuando la lágrima no salió y fue por dentro,
y cuando vimos la claridad tras las persianas,
cuando el sendero se terminó y nuestros ojos
dejaron de empañarse de fantasmas,
cuando fue el adiós, pleno y completo,
cuando fue el perdón y dejamos de preguntarnos
por nuestros muertos, se abrió una puerta
y estabas tú y estaba yo, y fuimos juntos,
frente a frente, el continuar de lo que resta
de nuestras vidas. |