Sakura Natsuki (La geisha)
Sakura había nacido en el seno de una humilde familia de agricultores en una zona rural a escasa distancia de Kioto y cuando sus padres eligieron su nombre que significa, flor de cerezo a la luz de la luna, estuvieron particularmente acertados porque Sakura ya desde muy pequeña destaco no solo por su belleza sino por sus delicadas maneras y encantador comportamiento, que hacia recordar a la flor de la que llevaba su nombre.
Conscientes de ello, su familia enseguida vio la posibilidad de mejorar su situación económica si la preparaban para en el futuro ser una geisha, así que decidieron mandarla en cuanto tuviera la edad a una okiga, escuela interna para la preparación de geishas, eligiendo una de las mejores pero también de las más caras.
Sabían que durante al menos 15 años el tiempo que normalmente duraría la preparación, contraerían una importantísima deuda economica, que solo podrían saldar con los hipotéticos ingresos que Sakura pudiera en el futuro conseguir cuando fuera al fin geisha, pero estaban decididos y cuando apenas había cumplido siete años la llevaron a la okiga de Gion en Kioto, regentada por la señora Yakotoki, que seria a partir de ese momento su tutora además de su dueña, era el sistema.
Sakura destaco enseguida en prácticamente todas las disciplinas de la escuela, en el canto, en la música, en la danza, en la poesía, etc y como además era extremadamente cordial, cariñosa y entusiasta enseguida se hizo con el favor de su dueña, que vio en ella una gran promesa y la seguridad de que sería alguna vez una gran geisha.
A los trece años ya era la más habilidosa de todas las alumnas y tocaba con exquisito primor instrumentos musicales tan complejos como el shamisen y el shakubachi, dominaba como la mejor, la preparación de flores, el ikebana y se había convertido en una jovencita encantadora, dulce y extremadamente bella.
Cuando llego a los dieciséis, Yakotoki, decidió que era el momento de elevarla a la categoría de maiko, aprendiza de geisha, y la asigno para completar su aprendizaje de la vida real a una tutora, a una hermana mayor como se llamaban en ese mundo, eligiendo para ello a Yumiko Wozomi una prestigiosa geisha con muchísima experiencia que a partir de ese momento se convirtió en su directora y maestra, empezándole a llevar a reuniones y fiestas para que fuera conocida y a su vez ella conociera la vida, Yumiko enseguida se encariño con Sakura y se comporto siempre con ella como si fuera una verdadera hermana..
Acababa de cumplir los diecinueve años cuando en medio de una fastuosa fiesta Yakotoki la entrego su primer y primoroso kimono de fiesta como reconocimiento de que ya había logrado entrar en el exclusivo club de las geishas y a partir de ese momento dio comienzo su carrera.
Que fue fulgurante, brillante y explosiva siendo al poco tiempo la más querida y solicitada para asistir a fiestas, reuniones importantes, banquetes y actos sociales en los que siempre brillaba por su elegancia, su belleza y su discreción, tenía el don de convertirse rapidamente en el centro de los acontecimientos empequeñeciendo la imagen de otras geishas que también hubiera en ellos.
Tal fue su éxito que en un par de años había conseguido saldar la cuenta que sus padres mantenían con Yakotoki y pudo abandonar la okiga pasando a ser una geisha libre.
Y como era lo normal y lo tradicional, inmediatamente se busco un amante, un danna que a partir de ese momento seria su protector y su financiador, porque a pesar de lo mucho que ganaba, los gastos de trajes y la compra de un apartamento propio, eran muy, pero que muy serios.
Eligio al honorable Ikeo Sushita un famoso industrial del campo de la electrónica, que aunque estaba casado y con una hija, era normal en gente de ese nivel social el mantener una amante sin que ello produjera escándalo social ni mucho menos.
Fueron unos años muy importantes en la vida de Sakura, era famosa, era querida, era admirada, se sentía plena y realizada y pensaba que era feliz, hasta que una mañana, tenía entonces veinticuatro años, mientras se colocaba el complicado kimono para asistir a la inauguración de un nuevo hotel en la parte más lujosa de Kioto, empezó a tener unas ideas que hasta ese momento le eran desconocidas, pero que ya no la abandonarían nunca.
“Pero ¿quién soy yo?” se planteo, empezando a darle vueltas y vueltas al tema ”Si soy Sakura la geisha más admirada y solicitada de la ciudad, pero claro siempre por los hombres, que me alagan y me obsequian y yo a cambio, bailo, canto, recito, taño mis instrumentos, les sirvo el té, sonrió, me paseo y ya está, pero lo hago porque ellos pagan y son ellos los que parecen felices y yo sonrió y sonrió como si yo también fuera feliz, pero ¿lo soy? soy como un bonito instrumento, que no puede desentonar, ni reírse muy fuerte, tengo que ser discreta y no decir nunca lo que pienso, parezco la protagonista pero no es cierto, soy una figurante en un mundo en el que entro y salgo cuando ellos me mandan”
Y se produjo en ella un gran cambio sin retorno, algo se rompió en su interior, algo que la hizo mudar drásticamente de actitud y que todos empezaron a notar de inmediato.
Al día siguiente en una importante fiesta de la embajada japonesa, cuando estaba sirviendo el té al agregado comercial americano, viendo que la miraba de arriba abajo con ojos golosos le dijo.
(Para mayor realidad, he traducido las frases de Sakura para una buena comprensión de los lectores, permitiéndome mantener la pronunciación con la que un japonés se expresa en castellano)
“Polque me milas como si fuelas a comelme tontolon, conmigo no te vas a jalal ni una losca, anda y vete a milal a tu jodia mujel si la tienes”
Afortunadamente el americano no entendió nada, pero si otros dignatarios japoneses que estaban cerca y que no salieron de su asombro.
No habían pasado dos días cuando en la fiesta de inauguración de una importante industria química a la que fue acompañada de otras geishas, cuando el presidente de la compañía le pidió que bailara le contesto.
“La hija de mi madle no quiere hoy bailal, polque me aplietan los zapatos y polque estoy hasta las nalices de bailal, así que se lo podéis pedíl a las otlas que bailen o si no queleis os podeis il a tomal pol ….”
Eso ya fue muy serio, el presidente telefoneo a su danna, su protector pidiéndole explicaciones y se empezó a correr el rumor por todo Kioto de la bochornosa actitud de Sakura.
Y claro el pobre “paganini” no tuvo más remedio que preguntarle por su comportamiento mientras cenaban, para con asombro recibir esta respuesta de su amada.
“¿Que polque les he dicho eso?, pues polque estoy halta de todos los hombles que se cleen sel los dueños de mi pelsona y de que piensen que soy una muñeca que se la da cuelda y ya está, a bailal a sonleil”
Y se quedo un momento dudando para continuar.
“Y límpiate la boca so gualo, que paleces un celdo choleandote los fideos por la balbilla”
Claro aquello ya fue el fin de la relación, de la financiación y de todo lo demás, se corrió la voz y se termino la brillante carrera de Sakura.
Se volvió a su pueblo, abrió un pequeño hotel rural en la ciudad de Okayama que gracias a su delicadeza y dominio de las artes que había aprendido y que aplico con gran inteligencia por lo que enseguida tuvo un éxito enorme.
Sigue viviendo allí, está casada con un señor que no tiene nada que ver con los grandes personajes que ella había conocido, pero que la quiere por sí misma y no por ser un corderito servil y gracioso, tiene un hijo, con lo que el tema de la posible herencia de actividad no la quita el sueño.
Y es ahora muy feliz.
Fernando Mateo
Agosto 2015
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