En el piso 87 del suntuoso “Heaven's Tower Hotel” se realizó el encuentro anual de arañas; presidía el evento una robusta y muy bien trajeada tarántula italiana. En la testera, la nueva mesa directiva compuesta de una viuda negra que recatadamente cubría su roja mancha, una reclusa marrón de torvas miradas, una pareja de pollitos muy sonrientes y una acechadora brasileña con simbas, tomaban apuntes de lo que se decía en la plenaria.
Se había puesto en consideración la escandalosa publicación Current Biology en la que los humanos denunciaban la existencia de arañas vegetarianas.
Llevaron horas de discusión, se tejieron todo tipo de hipótesis, desde que todo era una campaña del imperialismo para desprestigiar a la noble orden de las arañas, hasta que efectivamente habría un grupo de anarquistas centroamericanas que se declararon contra todo orden establecido.
Por la naturaleza del tema, y por qué ya se tuvo que lamentar que una Goliat enfurecida con los argumentos de una lobo la devore, amén de decenas de enredos y empujones, se decidió hacer un cuarto intermedio y dar espacio para que pasen al comedor a servirse algunos himenópteros seleccionados.
En el ínterin, convocadas días antes por el alto comité político arácnido, cinco brillantes arañitas guatemaltecas arribaron al Hotel y luego de acomodarse, se presentaron ante la directiva.
-Definitivamente es cierto, ustedes son ¿cómo dicen llamarse?- Dijo la tarántula mandamás.
-Bagheera Kiplingi, su señoría, somos centroamericanas y si, somos arañas vegetarianas- dijo la líder de las recién llegadas.
-¡Esto es absurdo! Lo que son estás colorinches arañas pinches, es agentes del imperialismo, debemos colgarlas! Gritó descontrolada la viuda negra, conocida como trotskista.
-La tradición no puede ser modificada así tan simplemente, ustedes son un error de la naturaleza, o lo más probable es que sean organismos genéticamente modificados creados por Monsanto y los intereses imperialistas…- carraspeó una araña pollito.
-¿Cómo pueden dudar de nosotras? Somos tan arañas como todas ustedes y no somos ni agentes de la CIA, el Mossad o la chinga de su madre…- gritó una de las arañas interpeladas, siendo inmediatamente callada con el quelícero de su acompañante; era obvio que se encontraban rodeadas y en serio peligro. No podían ser insolentes ante semejantes bichos feos.
-¡Agárrenlas! ¡Cuidado con ellas, que pueden tener algún cinto explosivo! Aulló la acechadora y sin más argumento, las cinco simpáticas arañitas coloridas recién llegadas fueron atrapadas, en el acto, la lobo se devoró a una y la marrón inyectó su anestésico a otra, las restantes tres fueron atadas y presentadas a la plenaria.
-¡Por la obligación que la noble asamblea ha delegado en su mesa directiva, ésta ha resuelto presentar a todas las socias presentes, la prueba innegable de la existencia de una banda de traidoras que contra todas las normas internacionales, pretenden contaminar la sagrada imagen de las arañas, como inmisericordes seres que viven de los jugos vitales ajenos- dijo solemne la tarántula mandamás.
El revuelo se hizo notable: discutieron de modo acalorado y enredado, tanto es así, que las tres víctimas, pudieron zafarse de sus ataduras de seda y sigilosamente, escaparon sin ser descubiertas. Abordaron su vuelo a Guatemala y al volver a su selva contaron lo sucedido.
Es curioso que en la región donde los hombres se matan unos a otros como moscas, las únicas arañas vegetarianas del mundo hayan aprendido a disfrutar las ventajas del néctar y los delicados efluvios vegetales. Eso sí, ya no asisten a invitación alguna.
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