Domesticando el pensamiento
En esta mañana de domingo, me fijé como meta borrar los recuerdos y solo utilizar mi cerebro para el hoy. Así de sencillo, así de complejo.
Sin pasado y sin futuro, un concepto que bien saben los animales, a pesar de la primitividad que pueda parecer.
Un manto de olvido en el mar de neuronas del pensamiento para poder deshacer de la mente todos los años en que acumulé sensaciones, emociones, historias.
¿Porque los pensamientos se me presentan en blanco y negro?.
Siempre fueron así, o mi obsesión por su olvido los torna dentro de ese espectro.
Voy a eliminar de mi mente el día aquel en que me olvidé que era mi cumpleaños, era de color negro y a pesar de ello lo puedo reconocer.
Busqué la luz de mi madre que me saludaba, y en la penumbra, el gris de la ausencia me llenaba de angustia.
¿Para qué tenía guardado el día en que descubrí el amor?
La playa en el verano del 2000 junto a mi esposa, mis hijos y amigos festejando la llegada del nuevo milenio, fuegos artificiales y abrazos interminables, practicando rituales triviales de buenos augurios.
Y las copiosas lluvias que precedieron la llegada al mundo de mis hijos, presentes también en la noche de nuestro casamiento. Extraña coincidencia que me hizo disfrutar de las tormentas como símbolo de buenos augurios.Tan molesta, tan bella.
Hasta me guarde el exquisito guiso de lentejas de la semana pasada.
Los viajes se me acumulaban a granel, ríos, montañas, mares se entremezclaban con sensaciones que me llenaban de placer.
¿El placer también lo voy a eliminar?
Cuando digo todo, digo todo.
Me sirvió poco saber que dos por tres era seis. Esto también
¿Y los afectos?. Ya sé, los voy a consideran como de hoy.
-Amor, acordate que hoy tenemos que ir a visitar a mama.-Interrumpió Laura
Todo un esfuerzo para borrar los pensamientos y justo cuando lo estaba logrando, mi esposa trayéndome a la memoria aquel compromiso que el martes pasado asumimos cuando mi suegra nos invitó a almorzar.
Ahora entiendo que en realidad más que borrarlos los estaba evocando, lo pensaba mientras me apresuraba para prepararme para la ocasión.
Me puse la camisa, el jean y cargué en mi mochila todos los recuerdos que un domingo cualquiera quise que me acompañen.
OTREBLA
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