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Para escribir este reporte de todo lo acontecido durante la tercera semana del mes pasado doy por sentado que el lector maneja un vocabulario propio de un publicista o de alguien relacionado a esta extraña profesión.
Me encuentro escribiendo estas líneas porque quiero que se sepa la verdad y nada más que la verdad absoluta de todo lo que pasó y todo el conjunto de circunstancias azarosas que permitieron que las cosas se dieran de esa forma. Como es natural usted estará pensando que mi tinta obviamente se tiñe del color de la hipocresía, y es justo por ese motivo que seré totalmente imparcial al redactar los hechos.
Todo comenzó el lunes por la mañana, me desperté mucho más temprano de lo normal, con una sonrisa y unos extrañísimos ánimos de salir y caminar, aunque aún era demasiado temprano para el trabajo. Así que procedí a prepararme un café y desayunar con un poco de pan del día anterior.
Siempre me gustó estar cerca al mar, vivo solo en un departamento pequeño cerca del malecón de Miraflores. Mi sueldo apenas me alcanzaba para mantenerlo y aparte correr con otros gastos, pero que les puedo decir, siempre he sido un hombre simple sin muchas pretensiones. Me basta con saber que puedo pagar mi techo y mi comida, eso me basta para vivir y escribir.
Si hay algo en este mundo que realmente me guste hacer es escribir, esto es casi como hablar conmigo mismo, y con el lector claro está.
Todo esto lo expongo para que se den cuenta de cómo fue que me vi inmerso en el basto mundo publicitario.
Siempre me sentí cómodo en el área creativa, esta me permitía escribir cosas con cierto valor, y ganar algo de dinero para financiar mi estilo de vida y trabajar en mis escritos más personales. Tengo muy claro que como escritor a la antigua moriría de hambre, jamás daré la talla de tantos grandes escribanos que se alzan con sus magistrales obras. Sin embargo fue en esta área del negocio donde mi chispa creativa caía bien, era apreciada de alguna forma y me permitió acabar mis estudios, empezar a trabajar en diversas agencias y hasta ganar un premio por esto o aquello. No me gusta hablar mucho de eso, sueno tan pretencioso.
Actualmente, bueno, hasta hace unos meses me encontraba trabajando en una de las agencias más reconocidas del país, me encontraba bien ubicado y me sentía cómodo para desarrollar todo mi potencial.
Terminé mi desayuno, tome una larga ducha y me dirigí a la agencia.
Esa mañana llego un nuevo brief, la cuenta era grande y los de cuentas decían que de concretar algo con ellos seriamos bien recompensados, pues estaban dispuestos a pagarnos un Fee superior a todas las cuentas que manejábamos hasta el momento. Ellos eran la marca de galletas más emblemática y grande del país y querían que les diéramos una nueva imagen, que realicemos una nueva campaña alineada al concepto que venían trabajando, debía ser una idea sumamente creativa y eficaz.
El único punto en contra… el tiempo, no es novedad, siempre trabajamos contra reloj, pero estaba vez era diferente. Acababan de cortar relaciones con su anterior agencia, nuestra competencia directa, al parecer por unas diferencias algo tontas con los creativos.
Querían para el lunes próximo tener en su poder los artes finales, por lo que se acordó una reunión de dibriefing al día siguiente y otra para el viernes donde darían el visto bueno a nuestra presentación, luego corregiríamos detalles menores durante el sábado para tener todo listo el lunes temprano.
Todos mis compañeros estaban entusiasmados, hasta yo mismo lo estaba debo reconocer. Este entusiasmo se intensifico cuando al director creativo se le ocurrió la genial idea de dividir el equipo en dos. Presentaríamos dos ideas, dos diferentes estrategias para lograr el posicionamiento deseado. Todo esto para evitar que nos pase lo mismo que a la otra agencia.
Yo lideraba uno de los equipos, Oscar Iribarne el otro. El proceso del lunes al jueves fue largo, yo no tenía como saber en que trabajaban los demás así que me enfoque en explotar el potencial mi grupo. Quería sorprender a todos, el sábado pasado me había enterado en una fiesta de esas del medio, que Raúl, el director creativo de la agencia para la que trabajo, se iba a retirar pronto, y si de alguna manera conseguía deslumbrarlo con mi presentación, tal vez, solo tal vez, yo pasaría a tomar su lugar.
Seleccionamos cuidadosamente el grupo objetivo, pasamos muchas veces de roughs a bocetos, preparamos el guión para un spot, el cual me di el trabajo de pautear detalladamente para que llegue a quienes debía llegar. Todo tenía unidad de campaña, la estrategia de redes era impecable y durante todos esos días casi no salimos de la agencia más que para comer y a veces dormir.
Estaba orgullosísimo del trabajo de los diseñadores y mis ayudantes en redacción, habíamos terminado todo y según el contac report la reunión era al día siguiente a las 3 de la tarde.
Y así se dio, el viernes a las 3 de la tarde se consumó la reunión acordada. Esta fue un desastre total, no entendieron nuestra idea y lo revolucionaria que podría ser para su marca, sentí mucha rabia al ver como preferían la de Oscar y su gente (compañeros míos al fin y al cabo) por el simple hecho de usar material P.O.P. y por presentar el monstruo como vista previa de lo que harían en radio, la cual no venía al caso, yo no creo necesario que tengan que usar radio, no va con la gente que consume sus galletas. Tenían que dirigirse a los jóvenes, y a estos es mejor atacarlos a través de las redes sociales, nadie me escucho, no querían darle un descontento al idiota del cliente, idiotas todos, idiota yo.
Lo que viene después es simple, mi ego no me permitió dejar que esto ocurra. El equipo de Oscar trabajó todo durante el sábado y dejó en manos de los indicados cada una de las cosas por darle a la marca. Mi procedimiento no fue muy complicado, yo también trabaje todo el sábado para terminar mi “proyecto”. No me explico cómo gracias a unos contactos y la promesa que la agencia les abonaría todo, conseguí que grabaran mis spot, el cual no era muy complicado, mi texto fue increíble y cautivador. Conseguí también meterlo al reel de comerciales, suplantando así el de mi agencia. Cambie los artes finales por los de mi equipo y le pagué al encargado de mover la estrategia de redes para que haga lo que yo le diga. No le comenté de esto a nadie. Y aquí me encuentro, sin trabajo, siendo el culpable del mayor éxito de esa marca en toda su historia.

Texto agregado el 26-08-2015, y leído por 142 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
26-08-2015 Interesante y estupendamente bien narrado. Una grata sorpresa leerte. Pato-Guacalas
26-08-2015 Parece un final saldado con apuro. Delirium
 
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