BENDITO ADAGIO PARTE IX
“Cuando me miras, descubres todos mis secretos”
La mirada de Augusto, se había fijado en el trote del caballo y la mía en él.
Los tambores habían hecho silencio; un instante, sus ojos me miraron y mis pupilas se dilataron con las suyas.
Me estremecí, volviendo la mirada, mientras su voz ilustraba paso a paso todos los detalles del entrenamiento.
¡No miré más!, ni al caballo ni al chalán. Yo; estaba detenida, observando sus labios y su mirada, que resplandecía con el sol.
-Lo que acabas de ver se le llama “Mantear”, aquí es donde se amarran los lazos entre ellos.
Tienen que hallar el lenguaje corporal, para cuando se llegue a montar.
Ambos deben respetarse, deben confiar para que se dé la armonía en el baile.
“Ven”, te quiero enseñar; en otro espacio se daba otro entrenamiento. Aquí puedes darte cuenta la armonía del espiral que van abriendo y van cerrando, simulando un torno. El entrenar tiene que volverse; un trabajo, suave, cedido; sin forzar al caballo, con el fin de proteger sus vértebras y sus tendones; mira como el estribo es deslizado suavemente, al compás de sus pasos; ¡Mira la marcha! ¡Melodiosa! ambos cuerpos llevan el mismo ritmo.
¡Amor!, esa es mi definición de tal relación; esbozó una suave sonrisa.
¡Encantada!
Así, me encontraba al oírlo; entre otras preguntas relacionadas con el entrenamiento ¿Y cómo sabes tanto sobre el tema?
-Tengo aires de Chalán, respondió.
¡Y sonrió!
Mientras los colores de la tarde decoraban el panorama; caminamos, conversamos de su trabajo; estudió medicina veterinaria; su padre tiene una modesta casa hacienda, donde también crían caballos de paso y algunas reses. Augusto, es quien se encarga de velar y supervisar, la salud de ellos.
-¿Lo haces solo?
- No Andrea; tengo profesionales a cargo que también colaboran.
Hace unos años; ayudaba a mi padre en la gestión administrativa, aunque no era mi campo; Yo, hacía lo mejor que podía, en ese entonces; Amandita, siempre la he llamado así, incluso aún hoy casada. Amanda soñaba, poder ayudar a papá en la gestión; pero él tiene un pensamiento cerrado, “La mujer es de y para la casa” ella se enfurecía demasiado; nada haría cambiar el pensamiento a mí padre.
Un día le dije ¡No puedo más! No me apasiona apoyarte; las consecuencias pueden perjudicarnos a todos; así que mañana solicitamos contratar a un Administrador.
¡Aceptó! Fue extraño, pero lo hizo. Quizá debido a los problemas de salud que presentaba.
En la semana se eligió al mejor candidato.
Al día siguiente todos conocerían al nuevo administrador.
Amanda al conocer la noticia se ofuscó mucho; pensó que al descansar mi padre ella podría intervenir en la gestión, junto al nuevo administrador; pero obtuvo un ¡No! de mi padre.
Se rehusó a estar presente en la presentación de quien ocuparía el cargo.
Ese día no se conocieron.
Un día, solo bastó una mirada; se casaron y ahora ella lleva el amor en su vientre.
-¡Pero así de fácil! ¿Y tu papá?
-Mi padre no aceptó, pero Amandita es semilla de mi madre; y como tal se impuso. También la apoyó mi madre, es que Lucas cayó en gracia a todos; hasta mi padre ahora lo considera un hijo más. Y lo mejor de todo ambos administran nuestra pequeña hacienda.
El horizonte matizaba un final feliz; destellando vivos tonos entre amarillo rojo y naranja; las sombras se iban extendiendo Yo, estaba feliz, dando pasos suaves y lentos junto a Augusto; de vez en vez descubríamos nuestras miradas y sonreíamos.
Continúa…
Krisna
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