Puedo ser consciente de la demencia en todas sus formas. En forma de hombre es, por sobre todo, terrorífica. De brutal fervor y con ansia de cumplir su cometido. Esta demencia es de temer, no por su poder destructivo, sino porque puede ser transmitida de hermano a hermano, de amigo a amigo, abarcando sin asco alguno todo el globo terráqueo, dejando a su paso nuevos aprendices, quienes la cosecharan en lo profundo de sus pensamientos obtusos.
Se dice entre los hombres que la demencia se manifiesta en el deseo de tener poder. Nada es más falso. La demencia humana se manifiesta en el deseo de entender el poder, cosa que no es posible de lograr en su totalidad. Cuando el hombre cree entender el poder, se ha tornado ya demente, y utiliza esa demencia como arma en las batallas por el poder. Poder entendido de diferente forma por diferentes hombres. Lo cierto es que los hombres no pelean por poseer el poder. Pelean por ver quién tiene la razón en lo que respecta al poder.
Pero nada es más temible en el mundo que un hombre con las facultades para satisfacer a su demencia. Este tipo de hombre es dominado por el poder que la demencia toma sobre él, hundiendo así lo poco que queda de su mente racional en humos y ácidos autodestructivos, pudriendo lentamente y durante más tiempo cada vez a lo único capaz de calmar a la bestia en sus momentos de locura. Este ser domina el mundo con puño de hierro, devastando toda tierra y acribillando a todo hombre que considere su enemigo. Lleva en un estandarte de oro a la demencia que le da poder, no para conquistar, sino para tener el valor de atreverse a conquistar, ya que las ideas racionales están suprimidas en el pensamiento.
Es curioso que la inteligencia no sea un factor importante al momento de escoger dementes en el mundo. Lo cierto es que, genio o estúpido, el demente creyó entender el poder, y este poder se puede entender erróneamente de muchas formas.
El pensamiento inteligente del demente se caracteriza por manifestarse en la lucha intelectual por el entendimiento. Este demente puede pasar años devanándose los sesos tratando de encontrar un poder que encaje con el modelo actual de su universo, mientras que al demente estúpido le bastará que alguien le enseñe alguno de los erróneos entendimientos del poder para que jure y de la vida por él. Lo cierto es que el demente primitivo, es decir, la pura esencia del demente, siempre busca entender.