A veces me pregunto, la razón de que nuestra relación no funcionara. Hoy lo veo más claramente
Alguna vez ella me preguntó cuánto la quería, la verdad pensé en tantas respuestas, algunas fáciles, de esas que desde niño te dicen tus padres. También empecé a imaginar respuestas ingeniosas, románticas e incluso graciosas, pero al final no salió nada de mis labios.
Desde ese día me di cuenta que nunca más volvería a hablar. No porque no quiera, es porque tengo atoradas algunas palabras entre mis cuerdas vocales o al menos eso me dijeron los doctores, pero que va a saber ella de medicina.
Se fue un mes después de que me hizo aquella pregunta. No le pude decir que no se fuera, incluso ella me dijo que le rogara que se quedara, pero nunca salieron aquellas palabras. Ella se fue sin más.
Pronto comencé a escribir con desesperación, mandaba cartas a su nueva casa. Le escribí poemas completos diciéndole hasta dónde la quería, pero he de ser honesto al decir que la poesía nunca se me ha dado bien. Aun así seguí haciéndolo por los últimos dos años, enviando cartas a su casa sin que éstas fueran contestadas.
Ayer ella regresó. Me volvió a preguntar, ésta vez llorando, que cuánto la quería, yo había pensado durante dos años aquella respuesta, plasmándola en letras recitadas desde el fondo de mi silenciosa alma. Pero seguía sin saber que responderle, y ahí, parada y llorando, esperó por mi respuesta.
Se me ocurrió usar las manos, comencé a estirar mis brazos lo más que pude hasta que mis manos parecían salirse de su lugar. Ella me abrazó y yo le correspondí. Esa noche se quedó en mi cama mientras yo vigilaba su sueño. Pero el cansancio me venció.
Hoy me di cuenta que ella nunca regresó, solo vino a despedirse. No me dijo adiós, tal y como yo no le dije cuanto la quería. Pero eso ya no importa, porque ella ya estaba mal desde que algunas otras palabras taparon sus oídos. Ella no escuchaba y yo no hablaba, creo que esa fue la razón por la que lo nuestro no funcionó.
|