INTROSPECCIÓN
A veces me lamo las heridas
con la cara sonriente.
Me impide el pudor de la derrota
mostrar que estoy golpeado.
No ha de dolerme menos
volcarme en llanto,
no sirven las palabras de consuelo
cuando el dolor nace del sentimiento.
La cruz del interior no tiene peso,
cada uno camina su calvario,
y va solo desangrándose por dentro.
Texto agregado el 17-08-2015, y leído por 196
visitantes. (5 votos)