La musa es una desagradecida
que se cuela en mis sueños
sin pedir permiso
jugando con ellos a lo que quiera
dejándome gris y triste al despertar
y descubrir esta quimera
de haber decidido quedarme
cuando ella lo pidió
al ver que sigo sin recordar
a qué saben sus besos
cómo se enciende su piel
si es que me acerco
a qué huele su nuca
cuando la abrazo desde atrás...
Todo lo olvido al despertar.

La musa es una traidora
que me obliga
a tomarle rencor a la memoria
o la desmemoria en mi caso
a vivir enferma de recuerdos
que no pasaron
de múltiples posibilidades
de varios futuros viables
de otras elecciones tomadas
de la nada que me abarca
de infinitas palabras trocadas
derramándole mis ganas
a la izquierda de su oído
llena de un vacío que suspira.

Me pregunto entonces
¿qué hago regando este desierto?
si al llegar el alba
continuaré mi viaje a solas
con hambre y sin alimento.

Tal vez tengan razón quienes dicen
que si no contamos el deseo
tras ver la estrella fugaz
pronto se haga cierto,
pero yo olvidé que debía callar.