Tras él una vida siempre igual. Las mismas viejas amistades desde la universidad, el mismo trabajo y camino a éste, la misma rutina; pasar por Starbucks y pedir su café con leche. Sin embargo, hoy era especial; cumplía 39 años. Pensó que era hora de innovar, de arriesgarse. De dar un giro a su monótona y aburrida existencia.

Cambiar. ¡Sí!. Cambiar. Y sería a partir de esa misma mañana. Fue así como tomó la primera decisión de su día; esta vez, al llegar a Starbucks pediría un capuccino.

Entró, hizo la fila y distraídamente, volvió a pedir lo de siempre.




M.D