Hacía siglos que las gemas de diamantes gigantes, habían desaparecido del Palacio Real de “La Pedrera”. Nadie se había dado cuenta de la pérdida de las piedras preciosas; sino hasta la noche en que Sibila hija del rey Tinmar, se iba a casar con el Príncipe Nopik, hijo de Kadarol Rey de la Ciudad Meridiam; y éste usaría el brazalete real, legado de los reyes antiguos de la ciudad. Joya celosamente guardada en la torre más alta del palacio, nadie tenía acceso a ella, solo debía ser usada cuando los hijos del rey se unían en matrimonio. Así había sido desde siempre, desde que fue forjada en las minas del Tel Gran, por orden del Rey Selgrang, primer rey de la ciudad. El cuarto de la azotea donde se guardaba el brazalete, estaba cubierta de bronce; por dentro las paredes con hileras dentadas eran de oro puro en tres lados del cuarto habían dos diamantes incrustados por el lado se apreciaba una pequeña ventana con forma de rombo y por el lado del norte solo había un diamante el más grande de todas las que le rodeaban y en el centro de la habitación sobre un pilar de plata dentro de una mediana caja de cristal, sobre una tela púrpura se encontraba el brazalete, formando la figura de un triángulo que apuntaba hacia el techo de la habitación que formaba un cono en cuya parte más alta colgaban cinco esferas de oro que rodeaban a una de cristal. El Brazalete, hecho de oro puro con incrustaciones de rubíes dividido en la mitad por un diamante, que puesto a la luz del sol podría quemar y pulverizar al intruso que osara usarlo solo una persona de sangre real podría usarlo. Salvo cuando el tiempo pasado y presente se hayan encontrado; en el lugar reservado solo para los elegidos. Allí debía nacer un nuevo mundo o volver al pasado.

La ciudad de los guerreros, era La Pedrera, la más bella de las siete ciudades de Terratiem, ubicada a orillas del río Saúm, margen derecho, levantaba en una llanura. Algunos viajeros y foráneos le llamaban La Ciudad Sombrero con Pluma de oro. Por la ubicación geográfica de la gran ciudad, que en realidad tenía forma de sombrero; pues en la mitad de la ciudad se levantaba una alta colina de roca maciza en forma de cono de doscientos cincuenta metros de altura, en cuya cima se encontraba el Palacio Real, con sus cinco torres de oro, la del centro era la más alta, pero menos reluciente. Colina que iba descendiendo en forma escalonada, hasta llegar a la misma llanura, rodeada por una muralla de veinte metros de espesor, cien metros de altitud y mil kilómetros de largo. Las casas eran construidas de mármol y piedras, sus calles cubiertas de piedras. Le daban ese nombre de La Pedrera. Ciudad donde antaño se había librado tres batallas que duraron meses, pero finalmente salía airosa. Pero esta vez no se sabía el tipo de batallas que se avecinaban sobre la ciudad ... (continuará)