La niña, esa niña, la que se levanta todas las mañanas a sentir el sol en su piel y corría descalzas, sintiendo la tierra y humedeciendo las flores con su blanca regadera. Ella era especial, se sentaba en el piso y saludaba a las rosas y a los claveles con el rostro sonriente. En su falda ella tenia bolsillos con hojas secas de colores, guardaba estaciones y mantenía sus suspiros solo para la noche.
Se recogía su larga cabellera, miraba la luna y la luna yacía sobre las ramas plateadas, y las hojas verdes se mecían entre las sombras de su propia profundidad, la niña comía un pan con mantequilla y era linda, muy linda.
Un día se enamoro de las estrellas, les abrazaba en sueños o cantaba sus propios latidos. Era linda, en especial para todo ser que cruzara la mirada con sus ojos azules, pero al crecer lloraba entre las rosas y los claveles y las estrellas la cuidaban, el gato le maullaba, y el perro le comía el olvidado pan con mantequilla.
Fue perdiendo los colores de sus mejillas. La gente se preguntaba que le pasaba o que le dolía y ella estaba sucia de la gente, porque con el tiempo le hicieron daño de niña , quiere morir, es tan linda.
Quiere ir se.
Y la luna compadecida tomo la forma de un ángel, y en un abrazo la llevo a volar, y se perdió en sus plumas, ella se fue con su sonrisa, las estrellas le correspondían y abajo en la tierra quedo una de sus lagrimas y el pan con mantequilla.