Capitulo 1.- Selene
Cambiar tu vida no es nada fácil y menos cuando tienes a tu alrededor demasías personas esperando que hagas lo correcto, que te señalan, que te dicen que hacer, que te etiquetan. Eso lo que creía en ese entonces, antes de que todo colapsara. Cuando entre a la preparatoria, sabía que la imagen era lo mas importante que lo que mostrara a los demás de mi seria la etiqueta con la que me reconocerían para toda la vida o mejor dicho para todo el tiempo que duraran sus recuerdos.
Nunca me considere un buen alumno pero quería demostrarme a mí mismo que podía ser quien yo quisiera, aunque mi forma de demostrarlo no fue la mejor; mis opciones se redujeron a ser el chico inteligente o ser el primero chico que tuviera una novia de nuestro grupo. Decline muy rápido con la primera opción, en mi grupo había un chico que en verdad era sorprendente, tenia demasiada habilidad para hacer las cosas, inclusive sabia tocar la guitarra, algo que para ese tiempo no me interesaba demasiado pero si me llamaba la atención; creía que eso de la música era solo para algunos cuantos dotados de talento de esta forma me convertía en un espectador mas de algo que jamás creía hacer.
Apenas habían pasado dos semanas, ya todos nos conocíamos muy bien y como casi todo en el principio, era paz y armonía, éramos una sola carne por decirlo de alguna manera. Ya podía distinguir a cada uno de ellos a distancia y de inmediato empecé a evaluar cual era la chica más linda de nuestro grupo y ya que la primera opción de ser el más inteligente había sido eliminada solo me quedaba la segunda opción. Jamás me había considerado un chico guapo o atractivo, de hecho solo había tenido una novia en la secundaria y eso porque ella me lo pidió; una chica no muy agraciada, con un poco de peso extra; pero que podía exigir yo si no era precisamente un adonis, más bien me parecía a una caricatura mal dibujada, en parte por la adolescencia, en parte por mi forma de ser. Sabía que tenía que hacer algo así que con todo el valor que había almacenado por tantos años de cobardía, me acerque a ella, cosa que ya en si me era demasiado difícil pues las chicas me atemorizaban de maneras inimaginables, no por el hecho de ser mujeres, sino por mi habitual estupidez de no saber que decir o cómo reaccionar. Cerré mis ojos por unos segundos y suspire profundamente, ella me miro un tanto consternada pero antes de que pudiera decir algo, respire profundamente y en un hilo de voz le dije que si quería ser mi novia. Creí que me rechazaría rotundamente aunque muy en el fondo guardaba la esperanza de que me dijera que sí. No lo podrán creer pero pese a toda probabilidad, me dijo que sí. Ni siquiera yo creía lo que estaba escuchando, fue tanto mi asombro que le pregunte si estaba segura de su respuesta algo que con el tiempo entendí que no debía hacer. Con mucha pena le pregunte si la podía besar a lo que ella simplemente respondió “ya somos novios”.
Todo un mundo se empezó a crear en mi cabeza, como todo un soñador empecé a imaginar todas las posibilidades de nuestra relación, apenas habían pasado cinco minutos y ya estaba planeando las citas, el conocer a sus padres, los momentos que pasaríamos juntos, los besos que nos daríamos. Podría considerarlo como mi primer flechazo, era algo que nunca antes había experimentado, por un momento creí que tanta felicidad no era algo correcto, pero liberado de todas mis inhibiciones, me deje llevar a un mundo falso que yo mismo empezaba a crear.
Después de la primera clase del día me acerque a ella y le pregunte si podíamos ir juntos a nuestra próxima clase la cual empezaba en treinta minutos. Tenía poco tiempo para estar con ella, aun nadie sabía que andábamos, pero yo quería que lo supieran así que en el camino al próximo salón me detuve con ella en un lugar en el cual sabía que inevitablemente nos verían. Mientras llegábamos a ese lugar le preguntaba una y más tonterías sin sentido, estaba nervioso y feliz, en ese tiempo aun no podía controlar mis emociones con tanta facilidad, mi corazón aun era virgen. Cuando llegamos la empecé a besar de la mejor forma que podía; toda mi experiencia se basaba en películas románticas y mirar a una que otra pareja en algunas ocasiones, ella parecía tener más talento pues de inmediato me hizo suspirar; mi corazón latía apresuradamente, las manos me sudaban y un ligero temblor sacudía mis rodillas, empezaba a comprender cuando la gente mencionaba a unas mariposas que revoloteaban furiosas en el estomago. Estaba totalmente enamorado. A los pocos minutos pasaron mis compañeros de clase, cuando me vieron no podían creerlo; yo el chico extraño que siempre usaba cintas en la cabeza estaba besando a una de las chicas más guapas del grupo, de inmediato las reacciones de sorpresa y asombro se manifestaban en la mayoría de ellos, en especial de los hombres, algunos me dieron una palmada en la espalda como diciéndome buen trabajo. Me sentía contento y emocionado, pero sobre todo orgulloso era algo que ni yo podía creer.
El tiempo es algo misterios, cuando crees saber cómo funciona, pasa algo o llega alguien que te hacen verlo de una forma muy diferente o peor aún, lo sientes de una forma extraña como si no pertenecieras a él y al mismo tiempo te encerrara junto a una eternidad con cada segundo que no entiendes. Antes de Selene nunca había amado a alguien así o más bien, nunca había amado a nadie, tal vez por eso fue que me basto tan poco tiempo para enamorarme de esa forma. Cuando uno es primerizo en el amor, no escatima en amor, lo entrega todo y sin restricciones a la otra personas. Muy pocas veces resulta como uno quiere; un gran amor único e inquebrantable; pero para la gran mayoría es la piedra angular de los corazones rotos.
El tiempo de despedirnos había llegado, la mire con el alma embelesada y le di toda mi alma envuelta en un beso. Un día de clases que jamás olvidare. De regreso a mi casa un señor vendía rosas artificiales con diferentes esencias, tenía que comprarle una, no me preocupe por mi presupuesto, me habría regresado caminando hasta mi casa la cual se encontraba a hora y media de ahí en coche si con eso era capaz de comprar esa rosa. Para mi bien el gasto no fue tan grande, me quedo el suficiente dinero para pagar mi pasaje y comprarme unas galletas y comerlas en el camino. Cuando llegue a mi casa intente ocultar mi alegría pero no era nada fácil y menos para alguien tan inexperto, mi madre me pregunto la razón de esa inconstante felicidad a lo cual solo me limite a decir que había sido un día grandioso para mí. Después de cenar me fui a mi cuarto, tome uno de mis cuadernos junto a una pluma y sin darme cuenta ya me hallaba escribiendo una poesía para ella. Me sonrojaba el solo recordar sus labios sobre los míos, no podía evitar la emoción de verla al día siguiente. Toda la noche me la pase pensando en ella, en que haríamos, a donde iríamos, que me contaría de ella o que podía contarle de mí, me imaginaba el momento en que le diera la rosa y la carta que había escrito pensando en ella, todo era tan perfecto, un chico lleno de ilusiones dibujando sus espejismos.
Me desperté un poco tarde debido a mi pequeño insomnio de amor, aun me quedaba suficiente tiempo para irme a la escuela, así que me prepare algo de desayunar, siempre he comido mucho aunque esa ocasión comí más de lo acostumbrado. Me subí otra vez a mi cuarto y empecé a buscar mi mejor ropa; quería verme lindo para ella, aunque mi sentido de la moda no era el mejor. Después de bañarme me mire al espejo y practique algunas poses para cuando llegara a la escuela y la viera. La alarma de mi celular empezó a sonar, me indicaba que me quedaban diez minutos para salir a buena hora. Me vestí lo más rápido posible y tomando mí mochila salí de mi casa rumbo a la escuela.
El trayecto siempre era un tanto tedioso al principio, pero cuando llegaba al metro todo se relajaba, a pesar de que hubiera demasiada gente, el estar en el metro creaba en mi cierta sensación de calma y serenidad, no sé si se debía al tiempo de espera en los andenes, o el movimiento ondulante y calmado de los vagones pero siempre conseguía relajarme y en ocasiones hasta me hacia meditar sobre todo, era mi lugar perfecto para pensar o no a hacerlo.
Llegue un poco antes de lo esperado a la escuela, todo había cambiado, parecía como si tuviera más vida, mas luz, pero simplemente eran mis ojos los que veían diferente. Ella aun no llegaba, me senté en las sillas de enfrente, así cuando ella llegara podría verme. Uno de mis amigos quiso sentarse a mi lado pero se lo impedí, le dije que ese lugar era para mi novia. Sin ningún preludio o consideración me pregunto directamente que había pasado entre Selene y yo. Todavía puedo recordar lo fácil que me resultaba confiar en las personas. Le conté todo, desde mi declaración, hasta el último beso del día; le mostré lo que le había hecho, se burlo un poco de mi, pero creo que eso hacen los amigos cuando ven a su amigo enamorado; me felicito por mi hazaña, y en tono de burla me llamo tigre. Entonces ella apareció; tan hermosa, tan sublime, tan soberbia sobre este mundo indigno de ella, un ángel perdido entre mortales. Yo estaba totalmente embelesado con su presencia, mi corazón flotaba entre nubes de cristal y antes de que pudiera llegar más lejos, ella me miro con tanta indiferencia que mis castillos empezaron a derrumbarse, me invadió un sentimiento de duda y miedo. Me quise acercar a ella pero antes de llegar, se sentó al lado de una de sus amigas y empezó a hablar con ella, como para evitar cualquier contacto conmigo. No sabía qué hacer, estaba totalmente consternado, regrese a mi asiento con la cabeza hundida en mil preguntas; ¿Qué había pasado?, ¿había hecho algo malo? ¿Hice algo que la molestara?, que tonto era en ese entonces.
El profesor llego saludando a todos, era muy amable y parecía un buen tipo, sin demora empezó con su clase pero yo no podía atender a nada, solo pensaba en lo que había pasado, ¿por qué se había portado tan indiferente conmigo? Espere a que terminara la clase para acércame otra vez a ella y con un tono de voz más sutil le pregunte si está bien. Ella me miro en silencio por unos segundos, analizo mi rostro y con un gesto de aceptación me dijo las palabras más temidas de una relación, “tenemos que hablar”. Caminamos un poco en silencio hasta una jardinera detrás de los laboratorios, cuando llegamos se voltio para no verme a la cara, yo tenía en mis bolsillos la carta y la rosa de plástico, sin mirarme a la cara me dijo que lo sentía, yo no entendía por qué lo decía, suspiro un poco como para relajar la tención y continuo hablando, me dijo que solo había andado conmigo para acercarse a mi amigo, que no sabía como hablarle y la única forma que encontró para hacerlo fue andando conmigo, que solo quería jugar conmigo, que para nada le llamaba la atención y que no entendía como había sido capaz de besarme pero que era un sacrificio que estuvo dispuesta a pagar por acercarse al chico que le gustaba; yo quería entenderlo y a la vez no podía, un dolor en mi pecho empezó a crecer aceleradamente, las mariposas que habían encontrado habitación en mi interior caían muertas una a una, sentía como se rompía mi corazón fragmento a fragmento; mis sueños y mis ilusiones desaparecían lentamente; sin darme cuenta las lagrimas empezaron a recorrer mi rostro. Haciendo un último intento por tocar su corazón saque la rosa y la carta y se las ofrecí pero ella simplemente las tiro y dando media vuelta se marcho. Cuando ella se iba vi tras sus pisadas como se llevaba mi alma entre su sombra. Me senté un rato en la jardinera y limpie rápidamente mis lagrimas para que nadie las viera, rápidamente el dolor que sentía se transformo en odio, levante la rosa y la carta y las guarde en mi mochila, el inicio de la siguiente clase estaba próximo pero no quería entrar, no podía. Salí de la escuela y fui al parque que estaba detrás. Solía ir ahí con mis amigos cuando no teníamos clases. Estaba tan enojado que no prestaba atención a nada más, ni siquiera a los coches que circulaban por las calles, por fortuna no había demasiados. Cuando llegue al parque me dirigí rápidamente a mi lugar favorito, un pequeño árbol escondido en las orillas del lugar, casi nadie iba ahí, y era precisamente por eso que me gustaba. Empecé a escarbar en la tierra húmeda hasta hacer un agujero un poco profundo; puse ahí la rosa y la carta, las enterré junto a mi amor y mi inocencia; junto a mi bondad y mi empatía, pero sobre todo enterraba ahí el chico que murió de amor ese día y sobre su tumba hice un juramento, “jamás se volverían a burlar de mi como lo había hecho Selene”…
…Continuara
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