Junio de 2015.-
Hacía mucho que no convertía un gol, ese día tenía el pálpito de que se me iba a dar la oportunidad, el partido era entretenido, más que nada para nuestros rivales a los 25 minutos de juego ya nos habían enchufado tres pepas.
Nuestro técnico estaba insoportable, daba indicaciones a diestra y siniestra tratándonos como criaturas.
Nuestra hinchada nos puteaba de lo lindo, en lugar de alentarnos
La bronca me embargaba, quería revancha.
La gota que rebaso el vaso fue lo que dijo nuestro D.T. a los gritos ¡Pongan huevos, cagones!
Justo ese momento, recibo una pelota que venía envenenada, a media altura, me eleve en el aire, la mate de pecho, dejándola caer mansita, miro al arco y lo veo adelantado al arquero, no lo dude un instante, le di de emboquillada, la pelota sobrepaso al guardameta , bajo de golpe e ingreso por un ángulo.
Fue un verdadero golazo. La hinchada contraria aplaudía a reventar
Eso sí, no lo grite, los goles en contra no se festejan
Agustín Alberto Secreto- Derechos reservados
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