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Tocar la piel, los dedos del herrero sobre su piel. Manos callosas, que pasan furtivas por su abdomen, acarician toscas el rostro y el cuello. El herrero nunca ha sabido amar sin dañar.

Dos seres en la herrería. Buscar la sombra, amar sabiendo que este encuentro será el último, el único. Un silencio que hace brillar las cuatro nuevas herraduras del caballo. Una oscuridad que resalta el bufido, los relinchos, el dolor de los clavos calientes.

Sentir la fuerza, los músculos del herrero, los brazos que abrazan hasta el sofoco. El calor se esparce por la herrería. Sudores sin trote. El herrero lastima, martillea, tantea sin pericia, empuja con violencia, eyacula en su ano, como lo ha hecho con otros.

Cuatro herraduras en la herrería. Signo de protección. Regalo del herrero. Regalo a su amante. Cuando no estén mis brazos, decía el herrero, cuando no estén mis ojos, cuando aferres a mi ausencia y tu sudor ya no se confunda con el mío, estas herraduras te protegerán.

Alzar la ropa, vestirse sonriente, oír los últimos dolientes resoplidos, desatar al amante. Aparece el dueño, un cruzado que va a la guerra. El caballo relincha al sentir al hombre en su grupa. Se aleja a galope. El herrero de pie, mira cansado la escena. ¡Cuánto desea cabalgar con su amante! Cosa curiosa: no sabe montar.

Texto agregado el 06-09-2004, y leído por 193 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
03-12-2004 jajaja, aquí ha habido poco entendimiento, sin embargo a mí me ha parecido atrevida, un buen experimento y un dificil tema, es como describir una violación dsd el punto de vista del violador, es el otro lado de las cosas, está ahí, ¿por qué queremos evitarlo?, el bien y el mal forman parte de la misma cosa, es el reto del escritor, escribir sobre la luna sin haberla pisado ¿o no? por cierto, ¿qué opinas sobre la zoofilia? Vihima
19-10-2004 Sí, es repugnante. Lo que no quiere decir más que eso. Causa una sensación de desagrado. sin embargo, no cuaja en un cuento, la catársis de la aberración no se asoma, no hay ni motivación ni reivindicación. Yo por lo menos hubiera acariciado al caballo, desde el cuello, lo hubiera olido largamente, ese olor a sudor dulzón. Hubiera metido mi mano entre su boca, sentir su tibio resoplido. El tema es muy difícil también. Hay que venderlo mucho más. 2 estrellas. rodrigourrejola
06-09-2004 Haagggg Puuff, que repugnancia. Viejolobo
 
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