Eso de ser viento, tierra, aire, agua y fuego
resulta agotador.
Hasta cuando incomodan los miedos absurdos
uno debe aprender a volar,
y al elevarse se levanta el polvo del suelo
(de dónde venimos y vamos),
se esparce por los cielos sin saber a dónde va.
Caminante de las intemperies,
dicen por allí, que lentamente se cobija en nubes
descendiendo en lluvias,
que llega rápido, anegando fértil, semillas que germinan
y terminan siendo leña,
ardiendo en una lujuria de feliz enamorada
que, exhalando suspiros,
se retorna, eterna, en viento, tierra, aire, agua y fuego. |