Juré por mi honor defender a nuestro grandioso rey.
La caballería, las tropas y yo, aprendimos detalladas tácticas para el combate, todo en nombre de nuestro amado líder y gobernante.
Hoy es el día de la gran batalla, nuestro enemigo nos igualaba en fuerza pero encaramos con gran valentía a su feroz ejército, ambos bandos estábamos cara a cara, las fuerzas del bien y el mal, el Ying y el Yang.
Estando todos frente a frente, listos para iniciar la guerra, nos acompañaba un largo silencio, la habitual calma antes de la tormenta, la sangre hervía, estábamos preparados para dar el primer paso y así sucedió.
Nos abalanzamos uno a uno, usando lo mejor de nuestro poderío para tomar ventaja y cubrir mayor territorio para atacar estratégicamente, nuestro líder daba las órdenes y atentos le seguíamos, el enemigo no era fácil de vencer, también estaba preparado para enfrentarnos pero no perdíamos la fe.
Las muertes no se hicieron esperar, sabíamos que muchos de nosotros caeríamos ante el enemigo pero seguro que nuestras muertes no eran en vano, dábamos todo para mantenernos en pie de lucha e igualábamos rápidamente en número al enemigo haciendo que los suyos cayeran también.
Nunca dejamos atrás a nuestros aliados, peleábamos como uno, paso a paso, golpe a golpe.
Avanzábamos lentamente mientras las tropas propias y enemigas iban cayendo en esta lucha, la guerra continuaba muy igualada, ya comenzaba a dudar de un resultado positivo hasta que... Nuestros poderosos aliados se lanzaron al combate y comprendimos todo inmediatamente, era la hora de terminar con esto, debíamos atacar unidos y vencer o ser vencidos.
Tomando las más duras decisiones, estábamos definiendo el final de esta gran batalla, todos miramos a nuestro rey que se lleno de furia, lo seguimos todos en pie de lucha hasta que cayera el último de nosotros o el último de ellos.
El enemigo no lo podía creer, después de acabar con nuestros mejores guerreros y tener la ventaja, nosotros estábamos remontando la batalla, sus tropas caían sin saber cómo reaccionar, su líder se mostraba desesperado, sus tropas estaban siendo acorraladas y no tendrían escapatoria, actuamos con valor y coraje, nos lanzamos con confianza y embestimos a su rey, finalmente...
Ganamos las blancas en esta partida con un contundente jaque mate, 1-0
¡Que viva el ajedrez para siempre carajo!
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