El escritor tenía un estigma en sus manos, sabía que de santo no era. Buscaba entonces en sus vidas pasadas, de su suerte corrida y olvidada. Llegó a cuando fue esclavo y marcaron su mano con hierro caliente en señal de propiedad del nuevo amo y eso era lo que en su presente le traía angustias inexplicables. Sabía que tenía que resolverlo solo, era él y las vidas que había elegido como camino de superación. Era la hora de renacer de sus cenizas, ser su propia ave fénix, pero no deseaba autoinmolarse, entonces recordó, que no solamente estaba hecho de carne, huesos, víseras y sangre para una hoguera, también tenía un componente superior y sin olor, estaba compuesto de letras, que había ido heredando de cada una de sus vidas anteriores y la sanación sería un ritual nuevo, no tradicional, no de los mitos conocidos. Siguió divagando, imaginando hasta que sucedió lo inesperado, descubrió que pondré era el anagrama de perdón y con eso reinició su nueva historia, porque la energía del perdón la pondría en todo lo nuevo que empezaría a vivir en paz y sin angustiosos recuerdos de las malas experiencias vividas.

jdp