Octubre de 1989 no era el mejor momento para entrar en coma viviendo en la República Democrática Alemana, y eso es precisamente lo que le ocurre a la madre de Alexander Kerner (Daniel Brühl), Christiane, una mujer orgullosa de sus ideas socialistas y miembro del Partido Socialista Unificado de Alemania. Entregada a la política tras el abandono y huida de su marido a Alemania Occidental, pierde el conocimiento al ver a su hijo metido en disturbios a raíz de una manifestación en contra de Erich Honecker, con la política del estado que tanto admira.
Alex se ve envuelto en una complicada situación cuando su madre sale del coma ocho meses después. Ninguna otra cosa podría afectar tanto a su madre como la caída del Muro de Berlín y el triunfo del capitalismo en su amada Alemania Oriental, y ya advertido por el médico de dejarla en reposo y sin grandes disgustos, para evitar una posible recaída, ocultará a su madre lo sucedido mientras ella estaba enferma: el Muro de Berlín ha sido derribado y la reunificación alemana se ha ejecutado bajo el mando de la capitalista Alemania Occidental. Para ello Alex, con ayuda de su amigo Denis (un aspirante a cineasta de Berlín Occidental), montará una serie de falsos telediarios, en los que escribirá su propia historia del país.
Por eso, para salvar a su madre, Alex convierte el APARTAMENTO FAMILIAR en una isla anclada en el pasado, una especie de último bastión del socialismo en el que su madre vive creyendo que nada ha cambiado. Lo que empieza como una mentira piadosa se convierte en una gran estafa cuando la hermana de Alex y algunos vecinos se encargan de mantener la farsa para que la madre de Alex siga creyendo que nada había cambiado. Una de ellas es Lara, una enfermera soviética que Alex enamora durante el coma de su madre.
Algunos sucesos hacen dudar a Christiane sobre lo ocurrido: descubre que frente a su ventana se despliega un enorme cartel publicitario de Coca Cola y luego ve que una estatua de Lenin es trasladada de su pedestal. En cuanto puede salir a la calles, Cristiane descubre que sus vecinos han comprado muebles nuevos y que no usan el mobiliario típico de la RDA, por lo cual Alex debe inventar nuevas mentiras para evitar un gran disgusto a su madre. Para relajar a la familia, Alex lleva a Christiane, a su hermana y al novio de ésta a un paseo campestre, donde Alex se entera que su padre, Robert, trató de huir a Alemania Occidental con toda su familia en 1978 pero que Christiane temió perder a sus hijos si el plan fallaba, por lo cual a último momento rehusó acompañar a su esposo, de lo cual se arrepintió después. Poco después sufre Christiane un nuevo infarto y es ingresada en el hospital, situación que aprovecha Alex para falsear un nuevo telediario: en esta ocasión convence a un taxista parecido a Sigmund Jähn (el primer astronauta germanooriental) para que se haga pasar por el famoso cosmonauta, lance un discurso como nuevo "presidente de la RDA" y proclame "la necesidad de unirse con Alemania Occidental" para así poner fin de manera suave a las mentiras creadas para cuidar a Christiane.
No obstante, durante su estancia en el hospital, Lara le revela a Christiane todas las transformaciones políticas de los últimos meses. Poco antes de morir, viendo uno de los últimos telediarios falsos de Alex, Christiane es consciente del montaje que su hijo le ha preparado por amor; conmovida por el empeño de Alex en crear una realidad paralela sólo para no disgustarla, Christiane se niega a revelarle que ella ya conoce la realidad de los hechos.
Como trama paralela, la película revela la verdadera historia del padre de Alex y el reencuentro con su hijo.
A su vez, la película plantea críticas al socialismo de Estado de la RDA (lleno de parafernalias, burocracia y militarismo), así como al capitalismo implantado en la Alemania Oriental tras la caída del muro. Sitúa al personaje central como un hombre que vacila entre su rebeldía juvenil y sus observaciones del tiempo posterior a la caída del muro: las primeras son hechas de forma concreta, por ejemplo, mostrando la violencia ejercida por la policía de la DDR durante las manifestaciones y la ciega veneración de Christiane por los símbolos e ideología del régimen, mientras que las segundas se verifican desde un plano un tanto más irónico, por ejemplo, cuando Alex crea un oxímoron entre la película pornográfica, que se emite en una tienda del lado oeste de Berlín, y el concepto de cultura, también se hace referencia crítica al desempleo de la RFA y a las empresas de comida chatarra, particularmente Burger King, cuando la hermana del protagonista abandona sus estudios universitarios para trabajar en un establecimiento de hamburguesas.
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